4 de septiembre, 2022
Por mí gobiernan los jefes y príncipes,
y todos los que rigen con justicia.Proverbios 8.16, Reina-Valera Contemporánea
Trasfondo
Ahora nos acercamos a la literatura sapiencial, esa vertiente discursiva
tan propia del antiguo Israel. Nos acercamos nada menos que a la
Sabiduría, la hokmá de Dios, promovida y experimentada por los
pensadores del antiguo Israel (jakamim), plasmada en el libro de
Proverbios. Dentro de las muchas definiciones de sabiduría retomamos ésta: “…la
habilidad para manejarse en cada aspecto de la vida”.[1] “En los libros sapienciales bíblicos, Dios es fuente de conocimiento,
límite del conocimiento, tema de reflexión; es guía de la conducta humana, que
juzga y sanciona; es autor de un orden religioso ordenado por los dos polos del
respeto y la confianza”.[2] Diálogo, parábola, discurso, apología, poema didáctico, fábula y alegoría: todo
sirvió para el propósito de encaminar a las personas más jóvenes e inexpertas
por el camino del bien y la justicia. La hokmá, que puede identificarse
con la torá, se presenta como una pregonera, una evangelista callejera
que anuncia las virtudes de su ser y reclama ser escuchada (Pr 8.1-11). “Al
estilo de un profeta que pregona su verdad en público, también la sabiduría
sale a los cruces de los caminos y a las puertas de la ciudad para anunciar su
mensaje; dice de sí misma que sus palabras son verdad y dignas de crédito, y
que el que la adquiere puede contar con algo mejor que un valioso tesoro. La
sabiduría se autopresenta bajo otra de sus facetas fundamentales: la sensatez”:[3] “A ustedes,
los hombres, los llamo; / a ustedes, los hombres, dirijo mi voz. / Muchachos
ingenuos, ¡entiendan! / Jóvenes necios, ¡recapaciten! / ¡Óiganme, que lo que
voy a decirles / son cosas muy justas e importantes”
(vv. 4-6). Es “Doña Sensatez”, la “Dama Cordura”: “aparece junto a Dios, creada
por él, colaborando con él en sus grandes tareas”.[4]
La sabiduría de estos versos no es Dios ni una
divinidad de su corte (uno de los benê ‘elohim). Es una criatura, pero
no una de tantas, una más del mundo creado, aunque sea la primera. Procede de
Dios y precede al mundo, ocupa una posición intermedia. Posterior a Dios y
anterior al universo, inferior a Dios y superior al mundo. ¿es una persona
existente y real, es una personificación poética, es un proyecto en una mente,
es una cualidad de un artesano?
El poeta la presenta como personaje que nace, aprende, actúa, juega. Personaje poético dotado de consistencia autónoma dentro del poema.[5]
“Yo, la sabiduría, convivo con la cordura” (vv. 12-14)
Después del Pregón de la Sensatez (vv. 1-11), estamos ente el Himno de la Sensatez, en donde el conjunto asimila y promueve los bienes que ofrece la sensatez: de prosperidad, riquezas y honores, bienes de un gobierno eficiente y justo. “Ambas cosas y su unión son tradicionales en el mundo sapiencial”.[6]
Pr 8 es uno de los [discursos] más debatidos, porque en él la Sabiduría: a) al proclamarse dadora de sabiduría a reyes y poderosos se atribuye un rol que corresponde a YHWH, cf. 1Reyes 3; y b) se presenta como primera de las obras de YHWH o pre-existente junto a YHWH, según se interprete este texto muy ambiguo. Aquí sólo podemos decir que, sea como fuere, ella se proclama anterior a cualquier otra creación, delicia de YHWH, presente junto a YHWH y regocijándose frente a la creación, especialmente la humana. Varias/os autoras/es han descubierto en estas afirmaciones vestigios de una Diosa pre-existente, creando junto a y junto con YHWH. El texto solo ha dejado vestigios, por lo cual es muy difícil afirmar mucho sobre ella.[7]
La Sabiduría personificada tiene compañeras importantes, con las cuales
convive: la cordura, el conocimiento y el consejo. Otras traducciones dicen:
sagacidad o astucia, reflexión o intriga. Todas ellas “son como damas de
compañía de la Dama Sensatez”.[8] Esta familia de virtudes se presenta como un auténtico think tank que
no debe ser desaprovechado. La exhortación fluye inmediatamente (13) y se
agregan otras excelencias por si hicieran falta: buen juicio, inteligencia y poder
(14). Aquí viene la conexión con lo que sigue: la observación de las realidades
sociales y políticas.
“Por mí gobiernan los jefes y príncipes” (vv. 15-17)
Trasladar todas las bondades de la hokmá a la vida humana es el
objetivo de su existencia, y la tarea de gobierno, tarea política, no escapa a
sus facultades:
Pero esta voluntad ordenadora —que es una potencia (Prov 8.14)— sobrepasa con mucho la esfera de la configuración privada de la vida. Esta sabiduría tiene pretensiones exorbitantes: “Por mí los reyes reinan / y los poderosos decretan qué es justo; / por mí dominan los gobernantes / y los nobles, todos los jueces justos” (Prov 8.15s). Declaración importantísima, pues apenas disponemos de documentos textuales que se le asemejen. Hemos de deducir de ella que tanto el arte de gobernar como la ciencia del derecho —no sólo en Israel, por supuesto, sino en toda la redondez de la tierra— han de ser remitidos a esa potencia ordenadora.[9]
Las categorías de jefes, de personas principales, de autoridades salta a la vista: los diversos términos empleados forman una cuaterna para alcanzar la totalidad: reyes, príncipes, gobernantes y nobles. Se subraya aquí el “carácter ético del gobierno” y la legitimidad de los jefes. Además, en la tradición antigua buen gobierno y prosperidad van siempre de la mano. De ahí que el resto de los versículos (hasta el 21) esté saturado de términos sobre la sabiduría, la prosperidad y la justicia. La preocupación de los Proverbios por un gobierno sabio que conduzca al bienestar es constante. La sensatez, aplicada también al gobierno, es un bien altamente productivo. La hokmá debería ser la gran consejera de los políticos y gobernantes. “A la razón formal se añade la de contenido: hablar aquí de gobernantes legítimos no añade nada; en cambio, insistir en la justicia como programa de gobierno es una convicción sapiencial y profética (véanse 16.12; 25.5 e Isaías 11.15)”.[10]
Conclusión
“Yo amo a los que me aman, / y dejo que me hallen los que en verdad me
buscan” (17). Amar a la sabiduría es la definición precisa de filosofía, que
es a lo que se aspira en buena parte del libro. El apego a la sabiduría como
fuente de justicia sería la condición para un buen gobernante, quien, en medio
del autoritarismo propio de toda monarquía, pudiera encarnar el ideal que Dios
esperaba de cada uno de sus siervos. En la vertiente sociopolítica debía
cumplirse la intención divina por establecer una nación alternativa, es decir,
que verdaderamente se diferenciase de los demás pueblos por causa de Yahvé, el
Dios de la libertad y la justicia plenos.
El buen gobierno necesario para que un pueblo
subsista y prospere (cf. Prov 11.14) presupone, además, que el príncipe sea
leal, magnánimo, misericordioso […] (20,28); que deteste el mal […] (16.12; 25.5;
31.3-5); que se apegue al bien […] (16.13; 22.11) Algunas consecuencias son: la
eliminación de la maldad […] (20.8); el máximo respeto […] (20.2; 19.20; 25.6s)
[…] Si el rey no se conforma a la imagen del gobernante ideal, imperará en el
reino la prepotencia salvaje, especialmente sobre los débiles.[11]
[1] Mercedes García Bachmann, “Libro de los
Proverbios”, en RIBLA, núm. 52, 2005/3, p. 53.
[2] Luis Alonso Schökel y José Vílchez Líndez, Sapienciales
I. Proverbios. Madrid, Cristiandad, 1984, p. 29.
[3] La Biblia de Nuestro Pueblo. Biblia del
Peregrino América Latina. Bilbao, Mensajero-Misioneros Claretianos, 2008, pp.
1271-1272.
[4] L. Alonso
Schökel y J. Vílchez Líndez, op. cit., p. 234.
[5] Ibid., p. 238.
[6] Ibid., p. 234.
[7] M. García Bachmann, op. cit., p. 59. Énfasis
agregado.
[8] L. Alonso Schökel y J. Vílchez Líndez, op.
cit., p. 235.
[9] Gerhard von Rad, La sabiduría en Israel.
Los Sapienciales. Lo sapiencial. Madrid, Fax, 1973, p. 207.
[10] L. Alonso
Schökel y J. Vílchez Líndez, op. cit., p. 236.
[11] J. Vílchez Líndez, “La autoridad civil en Proverbios”,
en Sabios y sabiduría en Israel. Estella, Verbo Divino, 1995.
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