sábado, 25 de noviembre de 2023

"Mis labios se alegrarán cuando te cante" (Salmo 71.22-24), Pbro. L. Cervantes-Ortiz


26 de noviembre de 2023

 

Mis labios se alegrarán cuando cante a ti,

y mi alma, la cual redimiste.

Salmo 71.23, Reina-Valera Contemporánea

 

Trasfondo

En diciembre de 1990, las Naciones Unidas establecieron el 1 de octubre como Día Internacional de las Personas de Edad, con lo que se permite reconocer la contribución de los adultos mayores al desarrollo económico y social, pero que también visibiliza el entorno adverso que viven. “De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente uno de cada seis adultos mayores de 60 años, sufrió algún tipo de abuso en los entornos comunitarios; sin embargo, se carece de estadísticas que reflejen la gravedad del problema, debido al subregistro y la dificultad para detectarlo”.[1] Según el Conapred, “los problemas más importantes que afectan a las personas adultas mayores están relacionados con la pobreza: ingresos insuficientes, sea por falta de acceso a empleos de calidad o por pensiones escasas o de monto insuficiente; dependencia económica de sus familias o del Estado, así como alimentación y atención médica insuficiente”.[2] La responsabilidad social hacia ellos/as implica la creación y consolidación de espacios familiares que prevengan adecuadamente la forma en que se haga posible una mejor calidad de vida. En el antiguo Israel la duración de la vida era un signo visible de la bendición divina, lo que obligaba a las familias a ejercer un cuidado sensible y atento a sus necesidades, al mismo tiempo que debían otorgarles el respeto y la dignidad que su edad ameritaba. 

“El arte musical y coral al servicio de la alabanza” (vv. 22-23)

La conclusión del Salmo 71 se hace eco del espíritu de alabanza y celebración que el autor aprendió y desarrolló durante toda su vida. La acumulación de experiencias litúrgicas y cultuales se hace ver en la forma en que desea plasmar su arte musical con varios instrumentos: “Dios mío, Santo de Israel, / yo te alabaré al son del salterio, / y al son del arpa alabaré tu verdad” (v. 22). También con la expresión vocal como instrumento de alabanza este compositor se expresa para agradecer la obra de Dios en su vida: “Mis labios se alegrarán cuando te cante, / pues me has salvado la vida” (v. 23). La intención de volcar todas las habilidades aprendidas para reconocer las grandezas y bondades del Señor alcanza su clímax en la decisión de hacer sentir a través de ellas la inmensa gratitud que embargaba al cantor, quien en su faceta de creyente despliega todo su ser y capacidades para dar a conocer lo que Dios ha hecho con él.

El lugar de la fe en la edad mayor se consolida y afirma como la mayor realidad y razón de ser de la persona, pues como bien reflexiona Felipe Vázquez Palacios:

 

Es en los momentos más difíciles de la vida cuando se pasa de una fe abstracta a una fe práctica, ya que es entonces que el individuo se sitúa en un lugar donde él puede controlar, soportar, adaptar, permitir o evitar que tal situación o necesidad tenga un efecto devastador. La fe se vuelve un asidero para mediar la dependencia, el sentido de indefensión y, en ocasiones, la proximidad de la muerte. Es aquí donde la fe se puede recrear o desaparecer, donde se es capaz de procesar la experiencia social y diseñar formas de lidiar con la vida —aun bajo las formas más extremas—, de mitigar y soportar las experiencias de la viudez, las pérdidas materiales, sociales y físicas, las tristezas y accidentes, que sólo con la fe puesta en Dios se pueden enfrentar.[3] 

“La afirmación profética como instrumento de adoración” (v. 24)

El cierre del salmo no deja de apuntar hacia las situaciones negativas que se han tenido que afrontar y que se siguen afrontando, con todo y que la compañía y la presencia de los cercanos proporcione un alivio ante las adversidades. Es ahora una voz profunda y madura la que desea brotar para anunciar la justicia divina sobre todas las cosas, pues es ella la que, sin duda, habrá de prevalecer en el mundo, a pesar de los malos augurios y de la aparente superioridad de los malvados: “También mi lengua hablará de tu justicia todo el día, / porque han quedado avergonzados y confundidos / los que procuraban perjudicarme” (v. 24). El cantor asume, en etapa crucial de su vida, la perspectiva profética para hacer resplandecer la acción divina que da a cada uno lo que le corresponde y, así, afianzar su presencia en un mundo muchas veces desigual y plagado de conflictos.

La conciencia de fe que ha alcanzado este creyente le permite vislumbrar que ésa es la labor a la que debe consagrar esos momentos de su vida y en los que es posible encontrar aspectos que quizá no advirtió en las etapas previas, pero que ahora pueden cobrar un sentido diferente, pero muy estimulante:

 

La fe permite la continuidad, pero también la discontinuidad. Es mediante ella que el creyente evalúa si lo que ha sido amenazado o lo que ha sufrido un daño es lo más valioso. Pero cuando el esfuerzo por conservar lo importante falla o no satisface, la única alternativa es quizá transformarlo, y la fe ayuda a buscar nuevos horizontes, ya sea renunciando al ser querido, desprendiéndose de sus cosas y recuerdos más significativos o encontrando un nuevo recurso significativo, o incluso una nueva misión en la vida. A través de la fe se obtiene esa sensación de estar relacionado con la divinidad, reforzando la convicción de que lo que se está viviendo, ya sea tristeza, dolor, enfermedad o la muerte propia, tiene sentido. Incluso todo lo que pudiera parecer negativo se traduce como positivo.[4]                                                                                                            

Conclusión

Es preciso percibir, de manera doble, las consecuencias que la fe y la vida social tienen sobre las personas mayores para tratar de acompañarlas, apoyarlas y comprenderlas, puesto que, tal como lo muestra el salmo 71, la vida sigue siendo el escenario en el que la creencia firme en Dios define y redefine continuamente el sentido de la salvación y la trascendencia. Por un lado, es posible afirmar que “no es posible quedarnos en términos de un positivismo de la tan mencionada ‘vejez exitosa’, ni tampoco con la noción alarmista de la vejez como un lastre o carga social […]. Menos aún hay que quedarnos con los estereotipos de ‘victimización’ y ‘pasividad’ que ciertos análisis sociales han mostrado, donde se le niega a los ancianos la capacidad de responder con eficacia a sus circunstancias de vida, así como tampoco hay que dejar de lado la fe como algo individual y relativo”.[5] Y por el otro, la noción bíblica apunta hacia una auténtica búsqueda de plenitud espiritual: “Su experiencia personal de la divina providencia se incorporará, como una nota de alabanza, al himno que se debe cantar por todas edades. En estas promesas hay la intención de persuadir, pero a la vez traslucen ya como real la alegría del salmista y la emoción de una vida renovada”.[6]



[1] A. Barrales, “Solidaridad intergeneracional”, en El Universal, 6 de octubre de 2023, www.eluniversal.com.mx/opinion/alejandra-barrales/solidaridad-intergeneracional/

[2] ”Ficha temática. Personas mayores”, en www.conapred.org.mx/userfiles/files/Ficha%20PAM.pdf.

[3] Felipe Vázquez Palacios, “La metamorfosis de la fe en creyentes de edad avanzada”, en Península, vol. X, núm. 1 enero-junio de 2015, p. 58.

[4] Ibid., p. 58.

[5] Ibid., p. 68.

[6] Ángel González, El libro de los Salmos. Barcelona, Herder, 1984, p. 325.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Pacto y promesa: la Reforma Protestante ante la fe de Job (Job 12.1-16), Pbro. L. Cervantes-Ortiz

6 de octubre, 2024   Antes, cuando yo llamaba a Dios, él siempre me respondía; en cambio, ahora, hasta mis amigos se burlan de mí; no soy cu...