domingo, 19 de noviembre de 2023

"Tú, mi Dios, me has enseñado desde mi juventud" (Salmo 71.17-21), Pbro. Samuel Gallegos González


19 de noviembre de 2023

No es que sea viejo, es que tengo a mi niño preso.

Gustavo Cordera, canción “No es que sea viejo”.

Preliminar

El primer impacto con el texto y dado que soy actor, me hizo decidirme a abordarlo como un texto dramático y al autor del salmo como un personaje a interpretar. Y me hubiera gustado hacer un performance, pero hubiera requerido más tiempo. Por esta razón, esta reflexión, se basa más en el texto hebreo1 , aprovechando su carácter artesanal y concreto, pero con una dinámica dramática. En el fondo, esta reflexión, es el perfil de un personaje.

Introducción

Con todo y que la esperanza de vida ha aumentado en los últimos años y los avances científicos han mejorado las condiciones vitales, llegar a viejo, siempre tiene alguna connotación de dificultad . Hoy se ha alargado de modo sustancial el tiempo que vivimos y es cada vez más extenso, lo cual trae en consecuencia una cada vez mayor duración de las etapas de madurez y vejez. Y la pregunta que nos hacemos entonces, como sociedad, es: ¿qué hacemos con todos esos años? ¡Qué tanto ha beneficiado la vida de las personas vivir más? Y a nivel individual nos preguntamos ¿a qué dedicar esas décadas con las que nos encontramos de repente, con un cuerpo que ya no responde como antes y con proyectos cumplidos, algunos olvidados y otros que retomamos o comenzamos y que no sabemos si terminaremos o no?

El salmo 71 me ha causado profunda tristeza. Porque lo escribe un viejo, que llega a estos años de su vida y no tiene paz. Es un artista, un compositor musical, un poeta, un músico oficial del servicio en el templo, por lo tanto vive su relación con Dios, con una sensibilidad diferente a la de otras personas. Muy probablemente esta canción la compuso estando en el templo, buscando refugio en Dios, pasando días pensando como dejar por escrito su vivencia en palabras poéticas cuidadosamente elegidas, que tengan sentido para quienes las escuche y dándoles melodía que acompañe y deje en el corazón su mensaje. ¿Cómo hacer para darle musicalidad a la experiencia de ser atacado por enemigos? ¿Cómo canalizar las emociones para que otros se identifiquen y puedan encontrar un mensaje de Dios en mis palabras?

Me conmueve y admira que a pesar de que su caminar y aprendizaje con Dios no le ha sido sencillo, no reniega, sino que valora todo lo vivido y lo toma como una experiencia en que Dios le ha sido propicio, a pesar de todo.

El modo en que habla de su vejez, me remite a esa acepción de “pobre” en el Antiguo Testamento, (ser invisible) en el sentido en que ser pobre es porque se carece de algo, ya sea de salud, de comida, de patria, y en el caso del salmista, es pobre en juventud, es pobre en tranquilidad y hasta parece pobre de familia y amigos y lo que le sucede lo lleva a tocar fondo, tal vez una vez más, pero también una vez más aprenderá, porque de alguna manera, mantiene su mente juvenilmente abierta a la vida. No tener paz en la vejez.

Pues he aquí a un viejo, cuarteado como un edificio en ruinas, viejo como es, solo como está, atacado por personas mal intencionadas que no lo dejan en paz. Mira atrás, mira hacia adelante, se mueve entre agitados contrastes, entre la impotencia y la esperanza y, a pesar de estos contrastes, pone su esperanza en Dios y canaliza sus emociones y sentimientos, su fe y su esperanza, en hacer música, en cantar, en hablar bien de Dios, y como es poeta y músico, canaliza todo lo que siente y le pasa con esta composición musical. El salmista jamás levanta la mirada para ver el horizonte; no tiene alas de trascendencia. Le importa el aquí y el ahora y así es su canto. Su anhelo es seguir viviendo unos años más en este suelo, y cantarle en paz a Dios.

Toda una vida con Dios que no ha sido fácil

Dentro del cúmulo de transposiciones de planos existenciales, de variación de emociones y alteraciones anímicas, el viejo salmista evoca lo que Dios le ha enseñado, no suavemente, por cierto, sino picoteando sus costillas2 , desde la juventud, para guiarlo. No se queja de eso. Por el contrario, lo vive como una especie de pedagogía divina que lo ha hecho entender a Dios, desde una perspectiva diferente 3 . Tampoco su experiencia de juventud hasta la fecha, la ha vivido como una experiencia privada, individual, sino como algo que ha defendido con la vehemencia4 juvenil ante quien sea (v. 20). Pero no es lo mismo argüir a favor de Dios, con la energía de un joven, que hacerlo ya entrado en años. Tampoco es lo mismo replicar a favor de Dios siendo joven y con problemas, que siendo viejo y con enemigos encima.

Pero como dice Bruckner: “Solo hay una forma de retrasar el envejecimiento: permaneciendo en la dinámica del deseo5 ”. Así que este viejo, aun con lo adverso que vive, aun cuando se sabe viejo de verdad, sigue con el deseo de seguir argumentado en favor de Dios 6 y le pide a Dios que no lo abandone. ¿Qué es lo que quiere argumentar y defender? ¿Para qué quiere un poco más de energía y de vida? Lo que él desea es dejar claro a esta y a la generación que sigue tres cosas: Dios le ha arrastrado7 por caminos insospechados de poder, Dios ha trastocado los hechos que parecían dirigirse a la derrota en hechos victoriosos8 ; Dios le ha mostrado su justicia suprema9 . Y exclama una frase de admiración hacia Dios: Tú has hecho cosas enormes ¿Quién como tú?

Este anciano reconoce que, no solo Dios le ha guiado en la vida, aguijoneándolo desde su juventud, sino que también lo ha hecho testigo implicado en un gran número de situaciones de rivalidad, de enemistad y de maldad, de las cuales también ha aprendido. Así que esta situación de confrontación contra enemigos que desean su mal, la toma como una más, en donde Dios intervendrá como ya lo ha hecho antes y por eso puede decir confiado: “me vas devolver la alegría de la vida, me vas a volver a sacar de las profundidades del caos10 , he tocado fondo, pero no me dejarás ahí”.

En el versículo 21, el anciano salmista, expresa confiado que la intervención de Dios en todo esto, lo hará más grande de lo que ya es, en ese sentido en que Emily Dickinson dijo: “No sabemos lo altos que somos, hasta que nos ordenan que nos pongamos en pie11 ”. Dios dará la orden de que su realidad se ordene, entonces descansará y podrá respirar en paz12 . Música para comunicar El viejo salmista, logra canalizar toda esta experiencia, agarrando un instrumento musical y cantando la intervención de Dios como estabilidad, como libertad. Se la va a pasar cantando todo el día de la la justicia de Dios, hasta gemir de placer13 , porque avergonzó y deshonró a los que se esforzaban en hacerle mal. Es una expresión de confianza alegre, en el sentido de certeza que se espera y convicción de lo que no se ve, porque sabe que Dios, como desde su juventud, le enseñará algo más, fuera de lo común.

Conclusión

Un hombre complejo este viejo, profundamente humano, pero con una fe que lo sostiene. Bien puede orar este personaje dicendo: “Tú eres parte de mi vida, Señor, desde que tengo memoria de mi existencia. Al repasar mi vida, veo que está llena de ti, Señor, en mi pensar y en mi actuar, en mis alegrías y en mis penas. Gracias, Señor, por tu compañía constante a lo largo de toda mi vida.

Ahora los años se me van quedando atrás, y me pongo a pensar en los años que me quedan. La vida camina inexorablemente hacia su término. Mis fuerzas ya no son lo que eran antes, la memoria me falla, los pasos se me acortan sin sentir, y mis sentidos van perdiendo la agudeza de que antes me gloriaba. Pronto necesitaré la ayuda de otros, y sólo el pensar eso me entristece. 

Amigos han muerto, presencias han cambiado, lazos se han roto, mentalidades han evolucionado, y me encuentro protestando a diario contra la nueva generación, sabiendo muy bien que al hacerlo me coloco a mí mismo en la vieja. Cada vez queda menos gente a mi lado con quien compartir ideas y expresar opiniones. Tengo miedo a caer enfermo, a quedarme inválido, a enfrentarme a la soledad, de mirar cara a cara a la muerte. Y me vuelvo a ti, Señor, que eres el único que puede ayudarme en mis temores y fortalecerme en mis achaques. Tú has estado conmigo desde mi juventud; permanece conmigo ahora en mi vejez. Tú has presidido el primer acto de mi vida; preside también el último. Dame fuerzas para enfrentar las últimas adversidades de mi vida, dame la gracia de envejecer con garbo, de amar la vida hasta el final, de sonreír hasta el último momento, de hacer sentir con mi ejemplo a los jóvenes que la vida es amiga y la edad benévola, que no hay nada que temer y sí todo que esperar cuando Tú estás al lado, porque la vida del ser humano descansa en tus manos14 ”. 


2 Enseñar es ד ַמָל – lamád, aguijonear a un animal para que avance en la dirección deseada. 

3 אָל ָפ – palá, separar, distinguir, no por sagrado, sino por ser algo fuera de lo común que causa admiración. 

4 דַגָנ – nagád, es afrontar, oponerse firmemente, también se usa para confrontar a alguien, argumentando en favor de alguien más 

5 Bruckner, Pascal. UN INSTANTE ETERNO. Filosofía de la longevidad, Siruela 2021, pág. 49. 

6 La misma palabra “nagad”. 

7 ַועֹרְז – zeróa, se refiere a la fuerza de tracción de un animal. 

8 ה ָורּב ְג – gueburá, esfuerzo hecho que resulta en victoria. 

9 וםֹר ָמ – maróm, lo más elevado 

10 וםֹה ְת – tejóm, las profundidades del mar, como parte del caos primigenio. 

11 Frase del poema 1176, de Emily Elizabeth Dickinson Poeta. Amherst, Massachusetts (EE.UU) 10 de diciembre de 1830 – Amherst, Massachusetts (EE.UU) 15 de mayo de 1886. https://www.farodevigo.es/opinion/2019/03/12/poema-1176- 15752324.html 

12 ם ַחָנ – nakjám, se refiere a la exhalación de quien descansa de un agobio o aflicción, porque se resolvió. 13 הָג ָה – jagá, gemir, murmurar (de placer o ira)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Pacto y promesa: la Reforma Protestante ante la fe de Job (Job 12.1-16), Pbro. L. Cervantes-Ortiz

6 de octubre, 2024   Antes, cuando yo llamaba a Dios, él siempre me respondía; en cambio, ahora, hasta mis amigos se burlan de mí; no soy cu...