sábado, 6 de enero de 2024

La elección divina antes de la fundación del mundo (Efesios 1.1-8), Pbro. L. Cervantes-Ortiz

7 de enero, 2024

 

Desde antes de crear el mundo Dios nos eligió, por medio de Cristo, para que fuéramos sólo de él y viviéramos sin pecado.

Efesios 1.4, Traducción en Lenguaje Actual

 

Trasfondo

La carta a los Efesios es un documento paulino que abarca muchos aspectos de la fe cristiana. Fue pensado para una comunidad particular situada en el Asia Menor, en las orillas del Mar Mediterráneo, lugar que visitó el apóstol Pablo en su segundo viaje (Hch 19) y en I Co 15.32. “Efesios es una carta escrita para recordarle a la iglesia su identidad en Jesús el Mesías, la misión transformadora que ha de realizar para la gloria de Dios y la visión que ha de inspirarla en su praxis comunitaria como artesana del shalom. Todo esto en el contexto de una sociedad globalizada y obsesionada por el poder (del Imperio Romano, de la diosa Diana, de los poderes espirituales).[1] Para Elsa Tamez: “La carta a los Efesios sugiere que todo el cosmos es [la] morada de la divinidad, como un templo santo, como una construcción bien hecha, con excelentes fundamentos. La llama Iglesia, pero como hoy día este término se ha vuelto estrecho, la llamaríamos comunidad cósmica, donde cabe la diversidad de espiritualidades. En esta comunidad todo se vive ‘en Cristo’, imagen profunda y constante en Efesios”.[2] La iglesia, siempre vista como una única comunidad, es afirmada como una gran realidad cósmica que va más allá de las estrecheces y limitaciones históricas, comunitarias y confesionales.[3] 

Una liturgia integral para adorar al Dios trino (vv. 1-3)

Con esta magnífica frase sintética el Dr. Mariano Ávila resume el propósito de la carta en los caps. 1-3, pues el culto a Dios proporciona identidad, visión y vocación.[4] Al seguir esa propuesta de interpretación es posible advertir cómo la epístola, desde su carácter litúrgico, coloca a los lectores/as en el santuario divino en medio de una auténtica celebración litúrgica. Se recibe de entrada el saludo del apóstol (1.1) y la bendición de Dios (1.2); después se escucha como respuesta un hermoso canto de alabanza entonado por la comunidad que celebra las grandes acciones redentoras de Dios “desde la eternidad y hasta la eternidad”, deteniéndose en nuestra historia y presente (1.3-14). Finalmente, el apóstol se arrodilla y ora agradeciendo a Dios por los congregantes y pide por ellos (1.15-19). Se trata de una gran oración de intercesión.

Sin mencionar el lugar adonde viven, el autor se dirige a los santos y fieles en Cristo Jesús (1) solicitando gracia y paz para ellos: “Gracia es la gratuita actividad de Dios para favorecer, bendecir, salvar, rescatar, redimir, reconciliar y capacitar para el servicio al ser humano. […] Es don y demanda de una nueva vida”.[5] Paz (gr. eirene, lat. pax) es una palabra central en la carta “que explica la obra cósmica y comprehensiva de Dios para reconciliar a su creación y reunirla bajo sólo una cabeza, Jesús, el Mesías”.[6] En el v. 3 la alabanza a Dios es un elogio (eulogêtos) al Creador, el Padre del Señor Jesús, quien ha bendecido a los creyentes “con todas las bendiciones espirituales que Cristo nos trajo del cielo” (3). La dimensión espiritual es en donde debían moverse los pensamientos y la visión de fe de los/as creyentes de Éfeso, algo que les era muy familiar por causa de su comprensión del mundo espiritual y religioso (I. Foulkes).

Elección y predestinación “en el Amado” (vv. 4-6)

 

Los “santos” a los que él se dirigió fueron escogidos “en amor”. Ahora no pueden pensar cosa mala ni hacer lo malo. Por tanto, donde el amor es el poder detrás de la selección, el fatalismo de necesidad y lo arbitrario del poder quedan excluidos. Cuando el amor es supremo no hay lugar ni para el hado ni para el capricho.[7]

Definitivamente, para Pablo, todas las cosas ocurren “en Cristo”. Tanto así que la elección de los/as creyentes al situarse antes de la creación del mundo, más allá de la eternidad, se hizo con la mirada puesta en el Hijo de Dios, que vendría al mundo para quedarse en él y unirlo a Dios (hoy que celebramos la fiesta cristiana de la Epifanía, la manifestación visible del Señor, la Navidad ortodoxa). El acto de la elección (1.4), fortalecido por el verbo del v. 5 (“predestinó”, designó de antemano) está ligado al de la “adopción” (huíothesian), es decir, la “integración a la familia de Dios”, con lo que se introduce el lenguaje doméstico de la familia o casa.[8] “Mediante esta metáfora extraída del ambiente jurídico el texto nos introduce a los ámbitos más personales e íntimos de Dios. Por lo tanto, no es una decisión impersonal y al azar, como a menudo se caricaturiza la predestinación”.[9]

Así afirma Mackay en diálogo con Karl Barth: “Paradójicamente hablando. Cristo es al mismo tiempo el Dios que elige y el Hombre elegido. Ser ‘escogidos en Cristo’ quiere decir, por tanto, ser escogidos para ser salvos por uno que no excluye a nadie más que a Él. Nadie está fuera de la elección de Dios en Cristo, excepto aquellos que deliberadamente se separan a sí mismos”.[10] El objetivo de lo que Dios hace es que vivamos “para la alabanza de su gloriosa gracia” (6a) y así ser aceptos en “el Amado”. Con estas palabras, el apóstol Pablo cuestionó radicalmente el culto al emperador y a la diosa Diana. 

Salvación, sabiduría e inteligencia (vv. 7-8)

En Él “tenemos redención”, subraya el apóstol san Pablo (7a): es una imagen referida a la compra de la libertad de un esclavo. “El rescate pagado es un sacrificio humano, mediante su sangre. La idea mezcla dos metáforas: una comercial y otra cultural (redención y expiación) para describir la salvación”.[11] El perdón de los pecados es el efecto de la redención: “Dios nos ha reconciliado consigo mismo y nos ha perdonado”. Todo ello debido a “las riquezas de su gracia” (7b), única explicación de lo que Dios hace por su pueblo. Al derramar esa gracia que “sobreabunda” (8a) se produce sabiduría (sophía) e inteligencia (frónesis), cualidades divinas que comparte con la iglesia: “la gracia nos dota e ilumina en abundancia. Esa actitud de Dios hacia nosotros, de rica generosidad, se hace patente en el ámbito intelectual y experimental del conocimiento. […] guiados por el temor o respeto a Dios, discernimos su plan y entendemos su voluntad y misterio”.[12] 

Conclusión

El apóstol Pablo “no presenta la doctrina [de la elección divina] como un dogma teológico frío, sino que más bien explica a los cristianos qué había sido lo que les había pasado”.[13] Por ello, la recepción de esa gran realidad en la fe, ligada a la salvación, lo llevó a desglosar las consecuencias de esa decisión del Señor Dios para la vida comunitaria presente y futura sin perder de vista el momento y la proyección de esa visión cósmica que comunicó a su pueblo. Hoy, como parte del pueblo de Dios, nos corresponde también asumir ese mensaje y compartirlo firmemente a fin de que el proyecto divino se conozca plenamente y se aplique en más vidas y conciencias transformadas por él.



[1] Mariano Ávila Arteaga, Efesios. Introducción y comentario. Tomo I. Capítulos 1-3. Buenos Aires, Ediciones Kairós, 2018, p. 19. Énfasis original

[2] E. Tamez, “Presentación”, en Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, núm. 68, 2011/1, p. 5.

[3] Véase: Pablo Ferrer, “Efesios. Una breve introducción”, en RIBLA, núm. 68, p. 12.

[4] M. Ávila Arteaga, op. cit., p. 74. Cf. M. Ávila, “Aprender sobre la adoración integral a Dios en Efesios”, en https://worship.calvin.edu/resources/resource-library/aprender-sobre-la-adoraci-n-integral-a-dios-en-efesios, 10 de abril de 2023.

[5] Ibid., p. 83.

[6] Ibid., p. 84.

[7] Juan A. Mackay, El orden de Dios y el desorden del hombre. México, Casa Unida de Publicaciones, 1964, p. 82.

[8] M. Ávila Arteaga, op. cit., p. 96.

[9] Ídem.

[10] J.A. Mackay, op. cit., p. 82.

[11] M. Ávila Arteaga, op. cit., p. 103. Énfasis agregado.

[12] Ibid., p. 105. Énfasis original.

[13] J.A. Mackay, op. cit., p. 109.

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