domingo, 12 de diciembre de 2021

El cántico de María: anuncio profético de las acciones liberadoras de Dios (Lucas 1.46-55), Pbro. Silfrido Gordillo Borralles12 de diciembre de 2021


Marc Chagall (1887-1985), La anunciación (1956)

12 de diciembre, 2021 

C

omienzo con estas palabras de Cecilio Arrastía, en torno a María: “¡Cuánta de su grandeza se pierde, por remota, cuando se rebaja su condición de mujer tratando de hacerla diosa! Su valor supremo radica precisamente en su condición de mujer en su humanidad ejemplar. Esposa de un obrero, fue una mujer de pueblo. Humilde, con una humildad que une sus raíces en una profunda piedad; noble, cándida, piadosa sencilla. Pero todo esto cerrado en el cofre hermoso de su humanidad”.[1]

En estas palabras Arrastía suena bastante barthiano, ya que Karl Barth, refiriéndose a María dice: “María pertenece a la humanidad, representa al ser humano ante Dios, al ser humano que tiene necesidad de la gracia y que recibe de la gracia. Y ese ser, por más que la promesa que ha recibido posea un carácter único, manifiesta claramente que recibir la promesa significa ante todo ser humano”.[2]

Es desde esta perspectiva como debemos de abordar a María, ella es sin duda una mujer, como nosotras, nosotros, pero que la gracia de Dios la pone en un lugar de la historia que la hace única, no divina, no diosa, sino en una experiencia extraordinaria que nunca más hemos visto en la historia, Lucas 1:35, que conciba por el Espíritu Santo. El mensaje profético de Dios se hace una realidad, lo que antes Isaías había anunciado, Isaías 61, ahora en la persona misma de María se torna realidad. Y es que nuestro Dios, lleno de promesas y anuncio de buenas nuevas, cumple lo que promete. 

La exultación y exaltación de María

El cántico de María es un cántico de exaltación a Dios, pero también es un cántico de exaltación a María. Las palabras de María al saberse o sentirse llamada, elegida, es de alabanza, de regocijo, y por qué no, de gratitud a Dios.

RVR60 dice: “Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”

TLA lo traduce así: “Le doy gracias a Dios con todo mi corazón, y estoy alegre porque él es mi Salvador”

Todas, todos, cuando nos sentimos agraciadas/os, nuestro corazón se alegra y festeja, máxime cuando esa gracia es de Dios. Cuando la gracia de Dios nos inunda, no nos podemos callar ni quedar quietos, nuestro ser se llena de entusiasmo y lo celebra, lo celebra con palabras y con acciones. Esta exultación de María es sin duda una exaltación al Dios de la vida. 

Un cántico revolucionario

Por otro lado, en el texto, Lucas también quiere dejar en claro, si, nuestra miseria, pero cómo Dios lo redime y la transforma, y ese también es el meollo del evangelio, anunciar y cambiar nuestras vidas. Lucas busca que las mujeres y los hombres se vean a si mismo con nuevos ojos, con una perspectiva distinta a lo que es la miseria humana, a su condición de desgracia, y se vean así mismo en relación de lo que ven en Cristo y de lo que Dios hace y está haciendo en sus vidas. Es así como también podemos ver a María, Dios exaltando a María, ella como representante de todos los humanos viviendo en bajeza, en pobreza, en miseria, por las condiciones sociales, pero también por las condiciones miserables que el mismo pecado trajo a la humanidad. María se siente halagada, y cómo no, si es la mismísima elegida por Dios para cumplir una promesa de cientos de años atrás, una promesa que trae liberación de todas las cautividades, que trae salvación a todo pecador, que trae salud a todo enfermo, que trae alegría al triste, que trae pan y agua a todo hambriento y sediento, y vino a quitar todo aquello que ata al ser humano consigo mismo, con su orgullo y vanidad, con su soberbia y poderío, y vino para liberarlos, y la mejor forma de hacer, dice María, es esparciendo a los soberbios, orgullosos, quitando de su trono, de su poder a los poderosos, y vaciando a los ricos de sus riquezas para darlo a los pobres.

El cántico de María es un cántico de liberación, es lo que Dios hace, porque esa es su voluntad, que todas, todos seamos libres de cadenas que nos atan, y vivamos una vida plena. Este cántico es lo más revolucionario que encontramos en la Biblia, pues Dios levanta al pobre del muladar, exalta a la humilde de su bajeza, devuelve vida al que no lo tiene, y vida en abundancia, porque ese es y ha sido su proyecto.

El proyecto de Dios es un proyecto de vida, desde el principio y hasta el fin, es decir, desde siempre. Nada lo ha cambiado, sigue siendo el mismo, el que todos disfrutemos de la vida y vivamos para él y para los demás, en igualdad de condiciones. Ese proyecto no es más que el Reino de Dios hecho una realidad en nuestras vidas.

Hoy podemos alegrarnos al igual que María, que, si bien no vamos a concebir al Salvador del Mundo, si hemos sido elegidas, elegidos, y esa elección es para hacernos libres, con el propósito de vivir el Reino de Dios, y hacer que otros también lo vivan, lo disfruten.

Es interesante notar como los evangelios, y específicamente Lucas, plantean a un Dios encarnándose, haciéndose uno de nosotros, para desde ahí humanizar nuestra humanidad. 

El cántico, vigencia y exigencias actuales

La visión de Lucas, en torno al ser humano y la gracia de Dios es extraordinaria, nos pinta un cuadro hermoso y majestuoso. En María vemos a un Dios inmerso en nuestras realidades para cambiarla, no para dejarnos así.

Aprendamos de María, una mujer de fe y sujeta siempre a hacer la voluntad de Dios, una voluntad que nos invita y lleva a actuar en favor de los más desfavorecidos, de los pobres, de los marginados, de los que no tienen esa vida plena. En Jesús, todas, todos cabemos, porque todos somos miserables, pero su gracia, amor, misericordia nos exalta. Nuestra vida en Cristo, cobra nuevo valor, y esperanza, porque el da sentido y carácter a nuestra vida, todo en él es nuevo y grato. Así, que la gracia que hemos recibido de Dios, compartámosla, y lo que hemos recibido de gracia, también de gracia demos, porque como bien diría Cecilio Arrastía: “La fe es más que un factor intelectual; es realidad existencial, crea actitudes nuevas”.



[1] C. Arrastía, Diálogo desde una cruz. México, CUPSA, 1993, p. 35.

[2] K. Barth, Adviento. Barcelona, Studium, 1970, p. 28.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Pacto y promesa: la Reforma Protestante ante la fe de Job (Job 12.1-16), Pbro. L. Cervantes-Ortiz

6 de octubre, 2024   Antes, cuando yo llamaba a Dios, él siempre me respondía; en cambio, ahora, hasta mis amigos se burlan de mí; no soy cu...