viernes, 29 de julio de 2022

"Él los guiará a toda la verdad" (Juan 16.1-6), Pbro. Leopoldo Cervantes-Ortiz

31 de julio, 2022

Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que habrán de venir.

Juan 16.13, Reina-Valera Contemporánea

 

Trasfondo

Ahora que se puso de moda el uso de la llamada “posverdad” como una forma de enmascarar u oscurecer la verdad de la vida pública, es bueno recordar que ya existe una definición aprobada por la Academia de la Lengua Española que dice como sigue: “Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Los demagogos son maestros de la posverdad”.[1] Otra forma de definirla es: “Cuando la mentira es la verdad”, porque, según se explica: “No importa lo que sea, ni que implique elementos éticamente delicados. Lo que importa es que una mayoría así lo crea, más allá de sus argumentaciones”.[2] Y es que verdad es una de las palabras más socorridas en el Cuarto Evangelio (aletheia y sus derivados aparece 47 veces), por lo que, al llegar al cap. 16 y ver la forma en que el Señor Jesús calificó al Espíritu como “Espíritu de verdad” representa un momento fundamental en su discurso de despedida de los discípulos.

 

…la verdad, desde el punto de vista del que la conoce, se identifica con la experiencia de vida que produce en él el Espíritu (principio de vida) recibido de Jesús, en cuanto esa experiencia es consciente y de algún modo formulable (8.32). Ella descubre al hombre la verdad sobre Dios, al que conoce como al Padre que lo ama sin límite, y la verdad sobre sí mismo, comprendiendo la meta a que lo llama el proyecto de su amor, realizado en Jesús. Tal es la iluminación que produce conocer la verdad.[3] 

El Espíritu que infunde el Señor es “el Espíritu de la verdad” (15.26; cf. 14.17; 16.13; 20.22) o “de la lealtad”, el amor leal, según permite la doble acepción del término aletheia (cf. 4.23.24). Asimismo, la verdad se identifica con el amor, pues produce la experiencia de vida que ilumina al ser humano en el hecho de ser recibido de Jesús, y transmitir lo que de él procede (16.14). La verdad identifica con Jesús, quien en sí mismo es la Verdad (14.20).

 

“…si no me voy, el Consolador no vendrá a ustedes; pero si me voy, yo se lo enviaré” (16.1-7)

En Juan 16.1-4 reaparece el tema del odio del mundo a los discípulos, lo que trasluce la forma en que serían tratados por la Sinagoga. Esta fue la situación que corresponde a la década de los años 80 y 90, en la que se expulsó a quienes confesaron a Jesús como Mesías. Para Juan, la sinagoga representaba al mundo que se oponía al Padre: “No nos han reconocido ni al Padre ni a mí” (16.3). La sección sigue a la mención del Paráclito y se refiere a la manera específica de persecución que trataría de impedir que los cristianos dieran voz al testimonio del Paráclito. “Por dos veces (vv. 1, 4a) explica Jesús en estos versículos finales las razones que tiene para hablar a los discípulos acerca de la persecución futura. Es para impedir que su fe se venga abajo (‘escándalo’). Este tema del escándalo aparece en las palabras pronunciadas por Jesús durante la Última Cena en Mr 14.27 (Mt 26,31) cuando predice que todos ellos fallarán (‘se escandalizarán’) al verle perseguido. (Juan presenta aquí el tema del escándalo, pero el fallo de los discípulos no aparecerá hasta 16.32.)”.[4]

Jesús pasa a anunciar que volverá “al que me envió” (16.5a) y los discípulos no preguntaron dónde es eso (16.5b). Inmediatamente plantea la conveniencia de su partida para asegurar la venida del Paráclito (7b). “Ciertamente, en la mente del autor, la aplicación de las sentencias tradicionales de Jesús sobre la persecución al enfrentamiento polémico entre Iglesia y Sinagoga que se produjo a finales de siglo es obra del Paráclito, ya que el Espíritu recuerda de manera viva y adapta la tradición de las palabras de Jesús a cada contexto existencial. En su ‘os lo dejo dicho’, Jesús habla de nuevo a cada generación a través del Paráclito, que es ahora su presencia misma en medio de los hombres”.[5]

 

“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad” (16.8-16)

La conveniencia de la partida de Jesús, de manera contradictoria, estribaba en que, gracias a ella, vendría el Paráclito y que, gracias a él, los discípulos podrían comprender plenamente el proyecto del Señor. El mundo, dicho en general, pero enfáticamente, no podía aceptar al Paráclito porque ni lo veía ni lo reconocía: “En el cap. 16 se pone en claro que esta incapacidad para ver al Paráclito no es fruto de una indiferencia, sino de una hostilidad; la misma hostilidad que marcó las relaciones del mundo con Jesús”.[6] La presencia del Paráclito en el mundo tendría un fuerte impacto: “convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (8b). “Se trata de una revisión del juicio a que fue sometido Jesús, en que el Paráclito hará brillar la verdad para que los discípulos la contemplen. Su efecto sobre el mundo consiste en que los discípulos, convencidos por actuación del Paráclito de la victoria de Jesús en ese juicio, marchan a dar testimonio (15.27) y de ese modo desafían al mundo con su interpretación del juicio”.[7]

Llegamos entonces al v. 13 y al tema del Paráclito como guía de los discípulos hacia la verdad plena, es decir, la comprensión del mensaje de Jesús, con todo y su trasfondo del Antiguo Testamento. Pero, además, “la orientación del Paráclito por el camino de la verdad plena implica algo más que un conocimiento profundo del mensaje salvífico, ya que lleva consigo un estilo de vida en conformidad con la enseñanza de Jesús”.[8] El Espíritu permitirá el acceso pleno a la verdad del Señor a través de la interpretación profética; no se trata de nuevas revelaciones sino de comprender a cabalidad el propósito y el plan suyo sin olvidar el elemento apocalíptico, aun cuando se trataba, sobre todo, de profundizar en las enseñanzas del Maestro: “La mejor preparación cristiana para el porvenir no es una previsión exacta del futuro, sino un conocimiento profundo de lo que Jesús significa para cada época”.[9] Así, el Espíritu completará la obra de “glorificar” al Señor Jesús (14a) y compartir lo suyo a la comunidad (14b). Él tomará de lo suyo y lo dará a conocer a sus discípulos (15).

Conclusión

“El Paráclito, igual que el mismo Jesús, actúa como emisario del Padre. Al declarar o interpretar lo que se refiere a Jesús, el Paráclito manifiesta en definitiva al Padre, puesto que el Padre y Jesús poseen todas las cosas en común”.[10] La verdad del Señor Jesús se impondrá y manifestará en el mundo gracias a la acción del Paráclito. El triunfo y el predominio de la verdad es una de las grandes aspiraciones de la fe cristiana como parte de la proyección del Reino de Dios para todas las formas de existencia.



[1] Juan Mateos y Juan Barreto, “Verdad”, en Vocabulario teológico del evangelio de Juan. Madrid, Ediciones Cristiandad, 1988, p. 291.

[2] Nicolás Panotto, “Fe, política y democracia en tiempos de posverdad”, conferencia en el Centro Martin Luther King, La Habana, 12 de julio de 2018, p. 1, www.academia.edu/37082231/Fe_politica_y_democracia_en_tiempos_de_posverdad_ Panotto_pdf.

[3] J. Mateos y J. Barreto, op. cit., p. .

[4] Raymond Brown, El evangelio según Juan. XIII-XXI. Madrid, Ediciones Cristiandad, 2000, p. 1047.

[5] Ibid., pp. 1048-1049.

[6] Ibid., p. 1061.

[7] Ibid., p. 1062.

[8] Ibid., p. 1066.

[9] Ibid., p. 1067.

[10] Ibid., p. 1068.

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