domingo, 19 de mayo de 2024

Asumir la vida con sabiduría (Efesios 5.15-20, Colosenses 4.5), Pbro. Silfrido Gordillo Borralles

19 de mayo, 2024

15 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, 16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. 17 Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. 18 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, 19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Trasfondo

Varias de las cartas del apóstol Pablo fueron escritas desde la cárcel. Ésta de Efesios no es la excepción. Me admira a este apóstol la entrega y capacidad para escribir estas cartas que conocemos como paulinas, el conocimiento que tiene de cada iglesia, cada ciudad y hasta de cada persona de las comunidades. Una mente extraordinaria, brillante, bien estructurada, sistematizada, con una capacidad cultural, política, económica, teológica, filosófica, de derecho, no solo de la cultura romana, también judía y griega. Podríamos decir que Pablo era el apóstol más globalizado del planeta en el siglo 1 de la era cristiana.

No solo es la capacidad para escribir, sino para vivir y resistir desde el evangelio. Luchas, problemas, cárcel y amenaza de muerte (perseguido, apedreado, latigueado y a punto de ser decapitado) nunca pierde la fe ni la esperanza en Cristo, de que en esta vida o en la venidera vive y muere para Cristo. Tiene una capacidad de resistencia y de resiliencia. Toda una fuerza interior para afrontar la vida y sus avatares, fuerza que no es por sí sola, sino que es una fuerza que viene de parte de Dios a través de su Espíritu, del Espíritu Santo. Un ser incansable, inagotable, que mientras respire, mientras viva, seguirá danto todo a la Iglesia, pero por sobre todas las cosas seguirá entregando su vida a Cristo, aquel por quien Dios su vida y le llamo. Pablo un verdadero discípulo de Jesús.

Hay hombres y mujeres como Pablo, y no porque sean masoquistas, sino porque tiene un amor profundo por Cristo y su Cuerpo que es la Iglesia. Tienen una visión clara de lo que es asumir y vivir el evangelio. No se desmoronan ni desmoralizan, por el contrario, en medio de todos los problemas que viven, toman fuerza y los combaten, pero no con armas de guerra, sino con la fe, la palabra y la pluma, dejando que sus escritos inspirados, como Pablo, por el Espíritu Santo, resuenen, que va, que retumben en los oídos y corazones de las personas, para que esta Palabra genere el cambio y los convierta en personas transformadas para la gloria de Dios. ¿Qué mayor ministerio que este? El que la palabra escrita y encarnada sea predicada, para que las personas sean humanizadas, dignificadas, traídas a los pies de Cristo, sean nuevas criaturas, con una mente y vida nueva y transformadas, para que nuestro mundo sea diferente. 

Nuestro mundo necesita seres nuevos; hombres y mujeres, pequeños y adultos.

La iglesia de Éfeso es una de las iglesias más cosmopolitas a la que el apóstol forma y pastorea, vaya lío de iglesia a la que el apóstol y sus miembros vivieron, para ello se necesita de una mente no abierta, sino conocedora y capaz de afrontar, no sobrellevar la situación, sino de dirigirla, de encaminarla y reencaminarla cuando sea necesario, con el poder del Evangelio. El evangelio llega y puede parecer algo novedoso, pero es una más entre tantas religiones de misterio, que entre todas puede sincretizarse, mezclarse, y quedar como parte de todo lo religioso que hay. U otra de las cosas que podía ocurrir, es que simple y llanamente se pasara por alto, ya que podría verse como anticuadas e inadecuadas. Bien lo dice el doctor Mariano Ávila en su comentario carta a los Efesios “En ese panteón religioso, la naturaleza y misión de la iglesia no eran apreciadas ni entendidas. Para la mayoría de los cristianos convertidos de entre los gentiles, todo parecía indicar que el papel de la iglesia en el mundo y la historia era mínimo e insignificante. Mucho menos se pensará que tuviera una trascendencia cósmica”. 

El apóstol no cesa de llamar a la iglesia a una vida digna, solidaria, unida, fraterna, de exhortar a los que se desvían a que vuelvan al camino, al redil, y ya en Apocalipsis, les llama a regresar a su primer amor.

Por eso es interesante que Pablo con esa conocimiento y confianza que tiene de la iglesia de Éfeso, tenga ruego por ellos pero que también les dé imperativos: “Ya no andéis” 4:17, “Sed” 4:1, “Andad” 5:2; 5:8, y el texto que este domingo nos compete “Mirad”.

En versículos anteriores del capítulo 5, el apóstol dice ya no andéis o andad, ahora en el 15, la orden es: “Mirad, pues con diligencia cómo andéis. Tened mucho cuidado de cómo vivís”.

Pablo hace una referencia en este sentido a como se vive en las religiones paganas o de misterio, como terminaban, en orgías y borracheras, a tal grado que se pierde la conciencia, y eso degenera en una deshumanización para el que participa como para los demás, como la familia u otros. En la iglesia no es así ni debe de serlo, en ella, los miembros se honran y se respetan, porque se ven a la luz de Cristo y no de sus estratos o niveles sociales, y por tanto se dignifican, porque el evangelio dignifica. Por eso podemos decir como dice Jorge A. León que evangelizar es dignificar y humanizar al ser humano, no es solo decir Cristo te ama y procurar una decisión personal por Cristo, va mucho más allá, es sentirse perdonado, es la remisión de sus pecados en Cristo y también la integración y completamiento de la imagen de Dios, y es así como se da el completamiento de la condición humana en Cristo. Por eso la pretendida salvación del alma, no es un error de la Biblia, sino un error hermenéutico de aquellos que la predican, ya que las escrituras proclaman una salvación integral, por eso un ser transformado por el evangelio, es alguien diferente, apartado, viviendo la santidad, porque es alguien que escucha la voz de Dios y hace su voluntad. No es aquel que escucha, levanta la mano y se va, o viene solo a escuchar y no pasa nada, sino a aquel que se involucra en las tareas de la iglesia, y sobre todo en la tarea evangelizadora, que es el de vivir y anunciar el reino de Dios.

En esta carta podemos encontrar el tema de la dignidad de Cristo como Cabeza de la Iglesia, y también la dignidad de la Iglesia como Cuerpo de Cristo. 

Tres imperativos para vivir o asumir la vida con sabiduría

Son imperativos que se hacen al creyente

1.  "Vivir no como necios sino como sabios". Ásofoi y Sofía. Un necio es un ser débil, tonto, alguien que no quiere saber de Dios y si lo sabe, no quiere seguirle ni servirle, y no hacerlo desemboca en el alejamiento de él, no tan solo la negación, sino el alejamiento, lo que conlleva a vivir una vida desenfrenada como se vivía en las religiones mistéricas y sus ritos que desembocaban en las orgías y depravación total. Sus obras son detestables, con razón el proverbista pone al necio como alguien que odia el conocimiento y la verdad, hace planes malvados, rechaza la disciplina, habla con perversidad, es iracundo, orgulloso, mentiroso, desprecia a su madre, trae dolor a la familia, comete inmoralidad sexual, y dice “no hay Dios”. Jesús dice que no llamemos necio al hermano, no llamar raca, no que las decisiones no sean necias y absurdas, sino que llamarle así, es un juicio condenatorio, y es como decir, que queda fuera del alcance de Dios, y por tanto, condenada para siempre. Es como decir “maldito seas”. Por eso Pablo en un imperativo, dice, vivan, no como necios, que se apartan de Dios, sino como sabios.

 

2.  "No seáis insensatos, sino entended la voluntad de Dios". Áphrones, sin seso, sin cerebro. Es el que carece de sensatez, de prudencia, de buen juicio, cordura, sentido común. Cree que se la sabe de toda a todas. Pablo dice, que hay que entender cuál es la voluntad de Dios, esa voluntad que nos enseña, nos encamina, nos hace entender nuestra situación, nos concientiza de cómo estamos, y que quiere que hagamos. La voluntad de Dios en el AT está relacionada con el pacto, la alianza, la ley de Dios. Aquel que hace su voluntad, e sujeta, se somete a vivir bajo estos mandatos de Dios, como el no robarás, no matarás, no. Aquí en el NT no son simples reglas morales, sino éticas que tiene que ver con el amor al prójimo, el respeto, la dignidad del hermano, hermana, máxime como imagen de Dios. Es el vivir nuestra espiritualidad cristiana y no una moralidad que conlleva a prohibiciones solamente. Así, podemos decir que “el alma de nuestra fe es una espiritualidad enraizada en la Palabra e inspirada en el modelo de Jesús y en la pasión por su Reino” (Harold Segura). 

Como bien dice el Dr. Harold Segura: “La espiritualidad cristiana es integral porque nos llama a reconocer y vivir el señorío de Dios sobre toda la vida y sobre toda su creación, al mismo tiempo que nos convoca a comprometernos con su Reino en la transformación de todo lo creado conforme al sueño de redención del Creador”. “La espiritualidad es vida para la vida y fe puesta en práctica en todos los espacios de nuestra cotidianidad”. Así lo enseñó y así lo vivió nuestro gran modelo de espiritualidad que es Jesucristo. El Sermón del Monte es una de las grandes enseñanzas.

 

3.  “No os embriaguéis con vino, sino sed llenos del Espíritu Santo”.

Desenfreno, perdidamente = Asotía, lo contrario de sotería, salvación

Sobria embriaguez. Es una orden, todo cristiano debe estar llenándose siempre del Espíritu, y no es que nos llenemos, sino, que es dejarnos llenar. No es un líquido o sustancia la que nos llena, sino una persona, y, por tanto, es dejarse llenar y que nos tome y use para vivir la voluntad del Señor. Embriagarse con vino o con el espíritu, es dejarse controlar, solo que el vino es para disolución, desvinculación, desunión, rompimiento, y con el Espíritu, es para salvación, para vida, para unión, fraternidad, para vivir los valores del Reino de Dios. “Platón escribió que la vida es sueño de gente despierta. Pero a san Juan Crisóstomo le pareció esto demasiado y lo corrigió diciendo que no, que la vida no es sueño de gente despierta, sino de gente dormida, porque el tiempo aquí es tan corto que cuando despierta ha llegado la hora de la partida” (Juan Antonio Monroy, Entre la vida y la muerte. Terrassa, CLIE, 1994, p. 37.)

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