19 de mayo, 2024
15 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, 16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. 17 Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. 18 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, 19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Trasfondo
Varias de las
cartas del apóstol Pablo fueron escritas desde la cárcel. Ésta de Efesios no es
la excepción. Me admira a este apóstol la entrega y capacidad para escribir
estas cartas que conocemos como paulinas, el conocimiento que tiene de cada
iglesia, cada ciudad y hasta de cada persona de las comunidades. Una mente
extraordinaria, brillante, bien estructurada, sistematizada, con una capacidad
cultural, política, económica, teológica, filosófica, de derecho, no solo de la
cultura romana, también judía y griega. Podríamos decir que Pablo era el
apóstol más globalizado del planeta en el siglo 1 de la era cristiana.
No solo es la capacidad para escribir, sino para
vivir y resistir desde el evangelio. Luchas, problemas, cárcel y amenaza de
muerte (perseguido, apedreado, latigueado y a punto de ser decapitado) nunca
pierde la fe ni la esperanza en Cristo, de que en esta vida o en la venidera
vive y muere para Cristo. Tiene una capacidad de resistencia y de resiliencia. Toda
una fuerza interior para afrontar la vida y sus avatares, fuerza que no es por
sí sola, sino que es una fuerza que viene de parte de Dios a través de su
Espíritu, del Espíritu Santo. Un ser incansable, inagotable, que mientras
respire, mientras viva, seguirá danto todo a la Iglesia, pero por sobre todas
las cosas seguirá entregando su vida a Cristo, aquel por quien Dios su vida y
le llamo. Pablo un verdadero discípulo de Jesús.
Hay hombres y mujeres como Pablo, y no porque sean masoquistas, sino porque tiene un amor profundo por Cristo y su Cuerpo que es la Iglesia. Tienen una visión clara de lo que es asumir y vivir el evangelio. No se desmoronan ni desmoralizan, por el contrario, en medio de todos los problemas que viven, toman fuerza y los combaten, pero no con armas de guerra, sino con la fe, la palabra y la pluma, dejando que sus escritos inspirados, como Pablo, por el Espíritu Santo, resuenen, que va, que retumben en los oídos y corazones de las personas, para que esta Palabra genere el cambio y los convierta en personas transformadas para la gloria de Dios. ¿Qué mayor ministerio que este? El que la palabra escrita y encarnada sea predicada, para que las personas sean humanizadas, dignificadas, traídas a los pies de Cristo, sean nuevas criaturas, con una mente y vida nueva y transformadas, para que nuestro mundo sea diferente.
Nuestro
mundo necesita seres nuevos; hombres y mujeres, pequeños y adultos.
La iglesia de
Éfeso es una de las iglesias más cosmopolitas a la que el apóstol forma y
pastorea, vaya lío de iglesia a la que el apóstol y sus miembros vivieron, para
ello se necesita de una mente no abierta, sino conocedora y capaz de afrontar,
no sobrellevar la situación, sino de dirigirla, de encaminarla y reencaminarla
cuando sea necesario, con el poder del Evangelio. El evangelio llega y puede
parecer algo novedoso, pero es una más entre tantas religiones de misterio, que
entre todas puede sincretizarse, mezclarse, y quedar como parte de todo lo
religioso que hay. U otra de las cosas que podía ocurrir, es que simple y
llanamente se pasara por alto, ya que podría verse como anticuadas e
inadecuadas. Bien lo dice el doctor Mariano Ávila en su comentario carta a los
Efesios “En ese panteón religioso, la naturaleza y misión de la iglesia no eran
apreciadas ni entendidas. Para la mayoría de los cristianos convertidos de
entre los gentiles, todo parecía indicar que el papel de la iglesia en el mundo
y la historia era mínimo e insignificante. Mucho menos se pensará que tuviera
una trascendencia cósmica”.
El apóstol no cesa de llamar a la
iglesia a una vida digna, solidaria, unida, fraterna, de exhortar a los que se
desvían a que vuelvan al camino, al redil, y ya en Apocalipsis, les llama a
regresar a su primer amor.
Por eso es interesante que Pablo con esa
conocimiento y confianza que tiene de la iglesia de Éfeso, tenga ruego por
ellos pero que también les dé imperativos: “Ya no andéis” 4:17, “Sed” 4:1,
“Andad” 5:2; 5:8, y el texto que este domingo nos compete “Mirad”.
En versículos anteriores del capítulo 5, el
apóstol dice ya no andéis o andad, ahora en el 15, la orden es: “Mirad,
pues con diligencia cómo andéis. Tened mucho cuidado de cómo vivís”.
Pablo hace una referencia en este sentido a como
se vive en las religiones paganas o de misterio, como terminaban, en orgías y
borracheras, a tal grado que se pierde la conciencia, y eso degenera en una
deshumanización para el que participa como para los demás, como la familia u
otros. En la iglesia no es así ni debe de serlo, en ella, los miembros se
honran y se respetan, porque se ven a la luz de Cristo y no de sus estratos o
niveles sociales, y por tanto se dignifican, porque el evangelio dignifica. Por
eso podemos decir como dice Jorge A. León que evangelizar es dignificar y
humanizar al ser humano, no es solo decir Cristo te ama y procurar una decisión
personal por Cristo, va mucho más allá, es sentirse perdonado, es la remisión
de sus pecados en Cristo y también la integración y completamiento de la imagen
de Dios, y es así como se da el completamiento de la condición humana en
Cristo. Por eso la pretendida salvación del alma, no es un error de la Biblia,
sino un error hermenéutico de aquellos que la predican, ya que las escrituras
proclaman una salvación integral, por eso un ser transformado por el evangelio,
es alguien diferente, apartado, viviendo la santidad, porque es alguien que
escucha la voz de Dios y hace su voluntad. No es aquel que escucha, levanta la
mano y se va, o viene solo a escuchar y no pasa nada, sino a aquel que se
involucra en las tareas de la iglesia, y sobre todo en la tarea evangelizadora,
que es el de vivir y anunciar el reino de Dios.
En esta carta podemos encontrar el tema de la dignidad
de Cristo como Cabeza de la Iglesia, y también la dignidad de la Iglesia como
Cuerpo de Cristo.
Tres
imperativos para vivir o asumir la vida con sabiduría
Son imperativos que se hacen al
creyente
1. "Vivir no como necios sino como sabios". Ásofoi
y Sofía. Un necio es un ser débil, tonto, alguien que no quiere saber de
Dios y si lo sabe, no quiere seguirle ni servirle, y no hacerlo desemboca en el
alejamiento de él, no tan solo la negación, sino el alejamiento, lo que
conlleva a vivir una vida desenfrenada como se vivía en las religiones
mistéricas y sus ritos que desembocaban en las orgías y depravación total. Sus
obras son detestables, con razón el proverbista pone al necio como alguien que
odia el conocimiento y la verdad, hace planes malvados, rechaza la disciplina,
habla con perversidad, es iracundo, orgulloso, mentiroso, desprecia a su madre,
trae dolor a la familia, comete inmoralidad sexual, y dice “no hay Dios”. Jesús
dice que no llamemos necio al hermano, no llamar raca, no que las decisiones no sean necias y absurdas, sino
que llamarle así, es un juicio condenatorio, y es como decir, que queda fuera
del alcance de Dios, y por tanto, condenada para siempre. Es como decir
“maldito seas”. Por eso Pablo en un imperativo, dice, vivan, no como necios,
que se apartan de Dios, sino como sabios.
2. "No seáis insensatos, sino entended la voluntad de Dios". Áphrones, sin seso, sin cerebro. Es el que carece de sensatez, de prudencia, de buen juicio, cordura, sentido común. Cree que se la sabe de toda a todas. Pablo dice, que hay que entender cuál es la voluntad de Dios, esa voluntad que nos enseña, nos encamina, nos hace entender nuestra situación, nos concientiza de cómo estamos, y que quiere que hagamos. La voluntad de Dios en el AT está relacionada con el pacto, la alianza, la ley de Dios. Aquel que hace su voluntad, e sujeta, se somete a vivir bajo estos mandatos de Dios, como el no robarás, no matarás, no. Aquí en el NT no son simples reglas morales, sino éticas que tiene que ver con el amor al prójimo, el respeto, la dignidad del hermano, hermana, máxime como imagen de Dios. Es el vivir nuestra espiritualidad cristiana y no una moralidad que conlleva a prohibiciones solamente. Así, podemos decir que “el alma de nuestra fe es una espiritualidad enraizada en la Palabra e inspirada en el modelo de Jesús y en la pasión por su Reino” (Harold Segura).
Como
bien dice el Dr. Harold Segura: “La
espiritualidad cristiana es integral porque nos llama a reconocer y vivir el
señorío de Dios sobre toda la vida y sobre toda su creación, al mismo tiempo
que nos convoca a comprometernos con su Reino en la transformación de todo lo
creado conforme al sueño de redención del Creador”. “La espiritualidad es vida
para la vida y fe puesta en práctica en todos los espacios de nuestra
cotidianidad”. Así lo enseñó y
así lo vivió nuestro gran modelo de espiritualidad que es Jesucristo. El Sermón
del Monte es una de las grandes enseñanzas.
3. “No os embriaguéis con vino, sino sed llenos del
Espíritu Santo”.
Desenfreno, perdidamente = Asotía, lo contrario de sotería,
salvación
Sobria embriaguez. Es una orden, todo cristiano debe estar
llenándose siempre del Espíritu, y no es que nos llenemos, sino, que es
dejarnos llenar. No es un líquido o sustancia la que nos llena, sino una
persona, y, por tanto, es dejarse llenar y que nos tome y use para vivir la
voluntad del Señor. Embriagarse con vino o con el espíritu, es dejarse
controlar, solo que el vino es para disolución, desvinculación, desunión,
rompimiento, y con el Espíritu, es para salvación, para vida, para unión,
fraternidad, para vivir los valores del Reino de Dios. “Platón escribió
que la vida es sueño de gente despierta. Pero a san Juan Crisóstomo le pareció
esto demasiado y lo corrigió diciendo que no, que la vida no es sueño de gente
despierta, sino de gente dormida, porque el tiempo aquí es tan corto que cuando
despierta ha llegado la hora de la partida” (Juan Antonio Monroy, Entre
la vida y la muerte. Terrassa, CLIE,
1994, p. 37.)
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