sábado, 29 de junio de 2024

La paz, el amor y la fe en Dios (Efesios 6.21-24), Pbro. Dr. Mariano Ávila Arteaga

30 de junio de 2024

¿Quién hubiera dicho que un movimiento que empezó con un grupito de 12 personas habría de transformar el mundo de manera amplia y radical?  Sobre todo, tratándose de un grupo de personas que enfrentó enormes poderes contrarios a su existencia tanto a nivel nacional (el judaísmo) como imperial (Roma).  

Una visión radical y transformadora del poder de la gracia de Dios

La visión que Efesios nos da de la Iglesia consiste en que ésta se plantea en medio de la sociedad y mundo como una comunidad alternativa bajo el señorío de Cristo, como una nueva humanidad (2:15; 4:13). Tal comunidad ha de poner en jaque de manera radical al poder y los poderes que operan en el mundo; por su fidelidad y lealtad a un solo Señor, Jesús el Mesías, rechaza a los dioses del dinero y el consumismo, a la comercialización de la sexualidad humana y a toda forma de perversidad en la sociedad (5:3-14). Esa nueva humanidad vive empeñada en hacer realidad la comunidad alternativa del Reino de vida, fundada en el Mesías Jesús; así cuestiona los modelos sociales, familiares y políticos de la sociedad. Es pues una iglesia que mantiene la unidad a toda costa y se ofrece en el teatro del mundo como un modelo de convivencia plena, de buen vivir, de shalom. 

Vivir cada día guiados por la imaginación de una nueva humanidad, poema de Dios

No hay duda que Efesios nos provee una de las pocas y mejores síntesis de lo que significa e implica la obra redentora del Dios trino en el mundo. Si logramos asimilar esa visión y aprendemos como discípulos de Jesús a hacerla una realidad en nuestra vida cotidiana y en sus múltiples relaciones personales y sociales, contribuiremos a que el reino de Dios sea más visible en nuestro México, a que la nueva humanidad creada por Dios sea una realidad tangible hoy día.

Ésa es la función de la fe. La imaginación profética no es otra cosa que la esperanza militante (1:12, 14, 18; 3:10, 14-19; 4:4, 13). La esperanza de mirar con los ojos de la fe las realidades no visibles como si lo fueran: La fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve.” (Heb 11:1).

Es vivir cada día, por fe y no por vista; es sostenernos firmes ante los poderes del mal, los señores de este mundo, y decirles no, porque nos mantenemos firmes como si estuviéramos viendo al Invisible. (Heb 11:27)

Es la confianza de que las sencillas semillas que sembramos con lagrimas y dolor muy pronto sean una cosecha generosa que alegre inmensamente nuestro corazón por las rebosantes gavillas que cargamos (Salmo 126:5-6).

Es la esperanza de construir la nueva humanidad propuesta por Dios, de verla hecha carne en nuestras comunidades, como primicia del reino y adelanto de la vida que es posible aquí y ahora. Es la fe con obras que no está muerta. 

Contemplar de rodillas la obra del Dios Trino: Una visión de la radicalidad de la gracia de Dios

La primera mitad de la carta, capítulos 1 al 3, nos da lecciones centrales del amor y la gracia de Dios que desbordan, cuestionan y corrigen cualquier deseo de arrogarnos al menos un ápice de la salvación. “No por obras, para que nadie se jacte.” (2:9).

Necesitamos contemplar y apropiarnos de esta visión para ser transformados a la semejanza de Jesús. 

Liturgia para adorar al Dios trino

El culto como fuente de identidad, visión y vocación (1:1-3:21)

Una manera alternativa de entender la realidad

A.   Salutación y bendición (1:1-2)

B.   Himno de elogio, adoración y bendición al Dios Trino, nuestro redentor (1:3-14)

       Afirmación de nuestra identidad y vocación.

C.   Oración de gratitud (1:15-16)

D.   Intercesión por el pueblo de Dios (1:17-19)

E.   Revelación del misterio del evangelio y su significación para la Iglesia:  el poder creador de Dios (1:20-2:22).

F.   Testimonio: El ministerio de Pablo como artesano de la paz (3:1-13)

G.   Intercesión por la familia de Dios (3:14-19)

H.   Doxología:  Adoración al Dios Trino (3:20-21)

La mejor teología se aprende de rodillas, en actitud de adoración. Así asimilamos la visión

Lo que Dios, en su gracia, ha hecho por nosotros.

·  Padre: Elección, predestinación, adopción,

·  Hijo Amado: Redención, artesano de la paz (shalom),

·  Espíritu Santo: Fe, sello de propiedad, garantía de nuestra total salvación, Señor y dador de vida.

En un contexto de esclavitud bajo los enormes poderes que operan en nuestro entorno (mundo, demonio y carne), la redención de que hemos sido objeto nos libera para una vida plena como imitadores de Jesús, el artesano de la paz.

La reconciliación profunda que Jesús hace posible entre grupos humanos (judíos y gentiles) rompe los muros de separación debidos a la etnia, color, clase social, religión, genero o ideología política.

El extraordinario poder del Espíritu que obra en nosotros, hace posible las enormes tareas y llamado que como iglesia tenemos, en lo personal y lo comunitario.

La oración intercesoria de Pablo deja clara nuestra dependencia en el poder del Espíritu. (3:14-19). 

Andar, caminar, vivir como es digno de nuestro llamado

Una visión de la radicalidad del estilo de vida de la familia de Dios.

La vida cristiana: Una liturgia para la gloria de Dios, una artesanía de shalom y una batalla cotidiana (4:1-6:24)

A.   El llamado de Dios a mantener la unidad: fruto y dones del Espíritu (4:1-16)

B.   El tejido de la vida comunitaria / la nueva humanidad (4:17-32)

C. Como artesanos del shalom, en el poder del amor-entrega, haciendo de la vida cotidiana un acto de culto y ternura (5:1-2)

 B.   La edificación de una familia alternativa por el poder del Espíritu, con una ética familiar y laboral alternativa, de servicio y sumisión mutuas. Relaciones de reciprocidad, mutualidad y corresponsabilidad (5:15-6:9)

A.  Unidad ante la abierta guerra contra los poderes de este mundo (6:10-20)

Saludos y bendición final 6:21-24) 

La nueva vida se practica en formas de vida que desafían los modelos sociales, políticos y religiosos de aquellos días y los nuestros.

·         La unidad de la iglesia es uno de los desafíos más claros de la carta. Es una unidad que está en el centro del propósito reconciliador de Dios (1:10) y que fue también uno de los objetivos de la muerte de Jesús en la cruz (2:11-23). Es la paz-shalom-eirene. Jesús es el artesano de la paz. Nosotros y nosotras estamos llamados a guardarla, mantenerla, conservarla, protegerla, cultivarla (4:3).

·         La vida en comunidad de la iglesia desconoce las jerarquías y postula el sacerdocio universal de todas y todos los creyentes, por el fruto y dones del Espíritu. En esto el modelo de Jesús es fundamental.

·         La construcción o edificación de la nueva humanidad es tarea cotidiana de cada uno de los santos: La verdad, la justicia, el servicio mutuo, son expresiones de esa tarea.

·         El eje de la vida cristiana es la práctica continua del amor, siguiendo el modelo de Jesús. Este se aplica en todas las relaciones de la vida: La entrega de la vida por el bien de los demás.

·         Por ello, las relaciones familiares están radicalmente opuesta a los modelos patriarcales prevalentes entonces y ahora. Sea entre esposo y esposa, padres e hijos, amos y esclavos, las relaciones de han de caracterizar por la mutualidad y reciprocidad en el servicio mutuo. Estas relaciones, cuando se practican desafían los modelos establecidos y hacen posible una nueva humanidad. Este es un modelo de dignidad, de recuperación de nuestra humanidad y de trato tierno y constante.

·         En todo lo anterior, se libra a diario la batalla contra las fuerzas de maldad en este mundo.

·         En medio de esa visión grandiosa hay lugar al reconocimiento de quienes, con fidelidad, como Tíquico, encarnan el carácter de Jesús: Fidelidad, humildad y servicio. Esto no es un sueño, hay múltiples ejemplos de personas que encarnan y viven esa visión.


    El poema de Dios

    César Abreu-Volmar (Puerto Rico, 1944)

     Y quise escribir

     el mejor poema,

     pero Tú lo habías hecho,

     Señor.


     Y quise encontrar

     la mejor palabra,

     pero Tú eres la Palabra

     por excelencia.


    Somos tu poema,

    escrito con dolor

    y sangre de tu Hijo,

    de tu propio corazón.


    El mundo es tu

    parto de palabras;

    somos las sílabas

    de tu Gran Canción.

sábado, 22 de junio de 2024

Mantenerse alertas y perseverar en la fe, la oración y el testimonio (Efesios 6.18-20), Pbro. L. Cervantes-Ortiz


Iglesia Valdense, Torre Pellice, Italia

XLIX Aniversario de la Iglesia Evangélica Misionera del Pacto El Dorado

23 de junio, 2024

Oren en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y manténganse atentos, siempre orando por todos los santos.

Efesios 6.18, Reina-Valera Contemporánea

 

Trasfondo

La exhortación central de Efesios 6, “mantenerse alertas” (agrypnountes, v. 18b) resuena aquí y ahora como un llamado a la iglesia de todos los tiempos a estar atentos para resistir y firmes en el llamado que Dios le ha hecho. “Una vez que se ha descrito toda la armadura de Dios con la que el pueblo de Dios se ha de vestir ante la inminente batalla, se dan dos instrucciones más que hacen eco a las palabras de Jesús a sus discípulos al enfrentar la hora de las tinieblas (Lucas 22.53, cf. Mateo 26.53) cuando habrían de enfrentar a los poderes y autoridades: vigilen y oren para que no caigan en tentación (Mr 14:38)”.[1] Un paralelismo histórico que manejaremos en este aniversario son los 850 años que se cumplen del movimiento valdense que inició en Francia en 1174 y se consolidó en Italia. Se trata de la iglesia evangélica más antigua de la historia, por lo que muchas veces es mencionada junto con los hussitas y los lolardos como movimientos “pre-reformadores”. La celebración de este aniversario ha comenzado a tomar forma en estos días para que, al igual que la Iglesia del Pacto El Dorado, se afirme la fidelidad de Dios y la manera en que ella promueve y establece la firmeza de la iglesia ante todas las situaciones que enfrente. Particularmente agudas fueron las persecuciones de las que durante varios siglos fueron objeto y se unieron a la Reforma Protestante en el siglo XVI. En 1848 obtuvieron un decreto que les otorgó la libertad religiosa. Su sede principal está cerca de Turín y en Roma cuentan con una iglesia que se ubica a pocas calles de la Plaza de San Pedro (Ernesto Comba, Historia de los valdenses; Giorgio Tourn, Los valdenses, 3 vols.). A Sudamérica llegaron pocos años después y se establecieron en Uruguay y Argentina, principalmente, siendo un ejemplo de testimonio, resistencia y constancia (Roger Andrés Geymonat Hopper. El templo y la escuela. Los valdenses en el Río de la Plata. Montevideo, Planeta, 2007). Hoy en día es una de las iglesias evangélicas más progresistas. 

Orar en el Espíritu y mantenerse alertas (6.18)

Así como se ha utilizado la alegoría de la armadura para afrontar el conflicto espiritual, ahora se habla de los recursos y las prácticas que deben permanecer constantes en la vida de la iglesia y de cada creyente: la fe, la oración y el testimonio. “La oración, como súplica urgente pero confiada, es corolario perfecto a todas las instrucciones sobre la batalla contra los poderes de maldad. La guerra se gana de rodillas. La oración es señal y evidencia de nuestra dependencia en Dios, de que el triunfo depende solo de él y no de nosotros. Él, como Señor soberano, ha triunfado sobre todos los poderes y autoridades”.[2] La oración es, en palabras de Aquiles Ernesto Martínez, una “intercesión empoderadora”, esto es, “una herramienta adicional en la lucha cristiana, dada precisamente su naturaleza espiritual”,[3] una oración ilimitada, urgente y constante.[4] Dialogar con Dios “en todo momento” (18a) con un alto grado de intimidad, respeto a su autoridad y confianza en Él, permite al militante cristiano mantenerse en contacto con su “superior” o su “comandante” para obtener fuerzas, dirección y ánimo. Por ello Pablo termina su exhortación con una referencia a la oración comunitaria.

“Mantenerse alertas” (18b). Esta frase puede expresarse en forma negativa: “No sean perezosos ni relajados”.

 

En el contexto del pasaje, de una batalla constante e intensa, hace alusión al papel de los vigías o atalayas, cuya vigilancia debe ser constante y atenta. Para orar como Dios manda, debemos mantener una actitud de constante vigilancia. La TLA dice: “Manténganse en estado de alerta”. Y esto en el contexto de que somos parte de una comunidad, de un ejército, y en ese sentido somos responsables de la seguridad y el bienestar de los demás hermanos y hermanas. El verbo siempre tiene un sentido comunitario. El contexto hace claro que vigilamos y estamos alertas por el bien de los demás (ver Col 4.12).[5]

 

“Para llevar a cabo la lucha que arrebate su poder a los poderes, no sólo hace falta la espada del Espíritu, la palabra de Dios, sino también la oración del Espíritu, que debe llevarse a cabo abundantemente y sin paralizarla”.[6] 

Perseverar en la fe y el testimonio [misión, evangelización] (6.19-20)

Al abundar en el tema de la oración, especialmente en el momento de solicitarla para él mismo, se combinan la fuerza de la fe y el testimonio misionero como parte de un conjunto indisoluble de actitudes necesarias que manifiesten la perseverancia. No se trata de una petición egocéntrica sino más bien del hecho de aceptar la flaqueza y de afirmar la necesidad de una oración solidaria: “Esto deja [entre]ver que un buen líder está muy lejos de ser autosuficiente. Por el contrario, necesita vitalmente de la perseverancia en los ruegos a su favor de parte de la iglesia. El estado de alerta a que la iglesia es llamada incluye la intercesión urgente por su pastor y líder”.[7] Lo que se ha escuchado acerca de los/as dirigentes de esta iglesia durante sus 49 años y más de existencia permite advertir cómo funciona el ministerio de la oración para el sostenimiento espiritual, moral y psicológico de quienes ejercen cargos de responsabilidad, no solamente los misioneros, pastores o maestros. La petición del apóstol es muy concreta: “…para que, cuando hable, Dios me dé las palabras” (19a), es decir, para que la labor misionera y de proclamación del Evangelio se desarrolle de la forma más adecuada.

“Pablo pide intercesión para poder hablar como hombre libre [parresía, “osadía”]”,[8] dado que se encuentra preso, es un “embajador en cadenas” (20a), pero aun así, requiere “denuedo”, “valentía”, ausencia de temor, “resueltamente” (parresíasomai) para dar un testimonio firme, enérgico y pertinente, incluso si debía hacerlo ante un tribunal. “El apóstol está rogando que, a pesar de su condición de prisionero (3.1,13; 4.1), resultado de su lucha con los poderes de este mundo, él pueda hablar y comportarse con plena libertad o parrêsia. Que en su actitud y mensaje muestre que en Cristo ya goza de la victoria y, aunque preso, está y se sabe libre”.[9]Parresiásdsesthai designa una manera de hablar. Es como en Hch 9, 14, 18 y 19, ‘hablar abiertamente’”.[10] La continuidad en el ejercicio del testimonio (esté quien esté al frente de la comunidad, siempre con una mística y un estilo eclesial propios, que debe mantenerse y fortalecerse), de una sana y continua evangelización (con ideas y prácticas efectivas), en medio de cualquier circunstancia (Pablo está en la cárcel, con todo lo que eso implica: importancia del contexto social e histórico, que casi nunca se destaca en las crónicas eclesiales…) es la base de la perseverancia en el servicio y la misión. 

Conclusión

La historia de toda iglesia local está plagada de testimonios variados de la obra y acción de Dios en medio del mundo y del trabajo de servicio a su Reino. Esta iglesia-insgnia del pactismo en México es una prueba fehaciente de cómo se cumplen las palabras del Nuevo Testamento (Hch 5.38-39): si la obra es directamente de Dios, permanecerá, contra viento y marea, el tiempo que Él ha determinado. Lo que empezó con la predicación de Pablo en Éfeso, la gran ciudad de la diosa Diana, se consolidó por la acción de la gracia y el poder del Evangelio predicado. Sus grandes momentos fueron: a) ese inicio incierto (todo inicio lo es), b) el seguimiento pastoral del apóstol, c) la labor posterior de Juan y la carta de Apocalipsis (2.1-7) y d) el final de un caminar determinado también por el Señor. Cada iglesia experimenta la ruta de su Salvador: vida, muerte y resurrección en diversas formas, pero la esperanza y la confianza están puestas siempre en la fidelidad de Dios a su pacto.

La misión de la iglesia está claramente definida desde el principio:

 

...no es la iglesia la que “tiene” una misión, sino, a la inversa, la misión de Cristo se crea su iglesia. No es la misión la que hay que entender a partir de la iglesia, sino a la inversa. La predicación del evangelio sirve no solamente para adoctrinar a los cristianos y fortalecer su fe, sino también para hacer un llamamiento a los no cristianos.[...]

No se trata de su propia propagación, sino de la propagación del reino de Dios. Su finalidad no es la propia glorificación, sino la glorificación del Padre por el Hijo en el Espíritu. El concepto misionero de la iglesia lleva a una iglesia abierta al mundo en la misión de Dios, ya que conduce a una comprensión trinitaria de la iglesia a partir de la historia de Dios con el mundo.[11]



[1] Mariano Ávila Arteaga, Efesios. T. II. Buenos Aires, Ediciones Kairós, 2018, pp. 231.

[2] Ibid., pp. 231-232.

[3] Aquiles Ernesto Martínez, “‘Firmes y de pie’. Violencia, resistencia y contra-discurso en Efesios 6.10-20”, en RIBLA, núm. 68, 2011/1, p. 108.

[4] M. Ávila Arteaga, op. cit., p. 232.

[5] Ibid., pp. 233-234.

[6] Heinrich Schlier, Efesios. Salamanca, Ediiciones Sígueme, 1991, p. 395.

[7] M. Ávila, op. cit., p. 235.

[8] Ibid., p. 236.

[9] Ídem.

[10] H. Schlier, op. cit., p. 399.

[11] Jürgen Moltmann, “Iglesia misionera”, en La iglesia, fuerza del Espíritu. Salamanca, Ediciones Sígueme, 1978 (Verdad e imagen, 51), p. 24.

viernes, 14 de junio de 2024

Armarse de Dios para el conflicto (II) (Efesios 6.14-17), Pbro. L. Cervantes-Ortiz

16 de junio, 2024

Que la salvación los proteja como un casco, y que los defienda la palabra de Dios, que es la espada del Espíritu Santo.

Efesios 6.17, Traducción en Lenguaje Actual 

Trasfondo

Un muy buen resumen sobre el conflicto espiritual que libran cotidianamente las y los creyentes en Jesucristo tal como lo presenta la carta a los Efesios es éste:

 

La batalla espiritual se libra, según Efesios, en todos estos frentes:

 

a) en la vida religiosa, cuando somos agradecidos, adoramos a Dios y vivimos para su gloria (1-3), en contraste con los ídolos de nuestra sociedad;

b) llenos del fruto del Espíritu (amor y humildad), manteniendo la unidad y practicando el servicio mutuo como pueblo de Dios (4.1-16);

c) ejercitando a diario el cambio de mentalidad (4.17-22);

d) revestidos como la nueva humanidad de Dios con verdad y justicia (4.23-24);

e) renunciando a las malas prácticas que destruyen la unidad del cuerpo (4.25-32);

f) viviendo sabiamente como hijos de luz y sociedad alternativa (5.1-14) y

g) modelando una nueva manera de vivir las relaciones familiares, en amor y entrega mutua (5.5-6.9).

 

En todos esos ámbitos se libra una batalla espiritual contra los poderes malignos de este mundo. Se libra con las armas de la humildad y el amor-servicio, haciendo la paz. Es una guerra sin tregua pero siempre con el poder del Espíritu.[1]

 

La imagen de la armadura divina proviene de Isaías (11.5, 59.17), ahora es la armadura romana “rediseñada”. El combate contra el mal enquistado en las estructuras sociales y humanas no se realiza mediante prácticas o actitudes de carácter mágico sino por la práctica constante de los valores y principios derivados del Evangelio del Reino de Dios, con todo lo que conlleva de exigencia, riesgo y, eventualmente, oposición y rechazo en diferentes niveles. La Iglesia, que era un movimiento terrenal en espera de la manifestación completa del Resucitado, también es una entidad cósmica y, por ende, en lucha contra entidades cósmicas. 

Mantenerse firmes en la verdad y en la justicia de Dios (6.14-15)

 

La estrategia cristiana no es darse a la fuga, despavoridos, sino enfrentar al maligno dejando que sea el mismo Dios quien desmantele y neutralice sus sutiles tácticas de combate. Contrario a toda lógica humana, se le vence con una actitud y desde una posición de aguante desafiante y proactiva, que ha de desarrollar con el tiempo y la experiencia una fe resiliente. Además, las huestes satánicas son enemigos ya vencidos y sometidos. Los efesios, antes de su conversión, estuvieron bajo el poder de los seres satánicos y de su líder (2.2), pero esa es noticia del pasado. El propósito divino es reunir “en Cristo” a todo el cosmos y colocarlo bajo su absoluta autoridad (1.10, 19-23). El poder de Dios fue ya mostrado en la resurrección de Jesús y su majestuosa instalación en el trono, a la derecha del Padre. Teológicamente peleamos contra un enemigo derrotado en la cruz.[2]

 

“Pablo describe algunas de las [partes] más importantes de la [armadura], pero al hacerlo introduce algunos valores anclados en el AT, que fortalecen la postura cristiana ante las situaciones difíciles de la vida, desafía modos de conducta tradicionales con respecto a la violencia y propone un lenguaje radicalmente diferente. Ante reiteradas y arraigadas muestras de mentira, injusticia, guerra, opresión y ‘evangelios’ de violencia en la sociedad, los efesios deben modelar un modo alternativo de vida”.[3] Tres son las partes de esa armadura que aparecen en principio: el cinto de la verdad (14a) , la coraza de justicia (14b) y los pies calzados con la disposición para predicar el evangelio de la paz (15). La asimilación alegórica concentra en esos elementos tres de las principales virtudes y valores que deben presidir la vida de quien lucha. Se trata de resistir espiritualmente los estratagemas y embates del maligno, sus huestes y las estructuras del mal presentes en el mundo.

La verdad, como parte del cinto, debe apretar y exigir permanentemente para que las creencias, los sentimientos y las acciones sean moldeados por ella. No es un anuncio filosófico, moralista o politiquero, o un concepto abstracto, es es una realidad que debe vivirse en amor, teniendo a Cristo como modelo y meta. La justicia debe proteger a los cristianos contra los ataques de la sociedad, así como la coraza protege aquella parte del cuerpo del soldado donde están los órganos vitales, es decir desde el cuello hasta el ombligo. En un mundo donde muchas veces predomina la injusticia, los efesios debeían recordar todo su accionar debe estar presidido por la justicia. Finalmente, el conjunto se completa con la disposición o presteza para proclamar un mensaje de reconciliación, armonía y unidad. “Esto es lo que el autor llama las buenas noticias de la paz. En la visión de Dios para el mundo, esto implica armonía total en la creación y el correspondiente castigo a los malvados. Proclamar el Evangelio es mucho más que reproducir […] la muerte y la resurrección de Jesús, invitar al arrepentimiento y la fe en Cristo. Implica también predicar un mensaje que, eliminando los prejuicios y las barreras sociales, propicie encuentros fraternos”.[4] 

El escudo de la fe y la espada del espíritu (6.16-17)

El cuarto elemento es la fe, entendida como confianza en Dios y en Cristo, “es el largo e impenetrable escudo protector que hay que tomar para protegerse de las violentas arremetidas de las fuerzas anti-dios (v. 16). Es más que una disposición mental. La fe de la que Pablo habla es aquella que los efesios han profesado en Jesús como Señor […] Esta fe liberadora es uno de los pilares fundamentales de la unidad y de las creencias cristianas (4.5), las cuales deben madurar, y cuya meta es el ser como Cristo (4.13)”. Esta fe es la que puede preparar y salvaguardar al cristiano de los feroces ataques del maligno, pues gracias a este escudo, las flechas ardientes se extinguen. La fe posibilita una relación saludable con Dios y con los demás y libra de todo aquello que atenta contra la salud integral”.[5]

Quinto, cada creyente debe tener una plena conciencia de que la salvación de la vida tiene a Dios como autor, ejecutor y garantía. Cristo la hizo real en la cruz, y la vuelve real y accesible para la humanidad. “Creer en esta verdad y colocar la esperanza en ella, es lo que significa ponerse ‘el casco de la salvación’ (v. 17a). La redención es una bendición de la que se disfruta por la fe en el presente, pero que a la vez aguarda su total cumplimiento”.[6] Finalmente, cada fiel cuenta con la espada del Espíritu (17b) que es la Palabra divina y debe saber utilizarla. “Esta ‘palabra’ es todo lo que Dios dice, exige y espera de sus hijos, tal y como se ha revelado en la Escritura (Is 11.4; 49.2; Os 6.5; Heb 4.12), revelaciones proféticas e himnos, el mensaje de los apóstoles o el Evangelio. No son las ideas preconcebidas o las convicciones personales”.[7] 

Conclusión

En este pasaje crucial, previo a la conclusión de toda la epístola, la única arma ofensiva es la “espada”, es decir la Palabra divina, la “espada del Espíritu”:

 

Es Dios quien lucha por nosotros con sus propias armas, y no nosotros mismos. Nosotros debemos simplemente anunciar un mensaje de verdad, justicia, paz, fe y salvación. Según Efesios, este espíritu que nos defiende es el sello que nos identifica como propiedad exclusiva de Dios y nos sirve de garantía (1.13; 4.30). Además es uno y unifica a la iglesia (4.3-4), posibilitando nuestro acceso al Padre (2.18), que es morada divina (2.22) y nos revela el misterio de salvación a todos los pueblos (3.5). Este mismo Espíritu purificó a la Iglesia por medio del bautismo (5.26) y tiene la capacidad para fortalecernos internamente (3.16). Antes que ofenderlo con nuestra conducta inapropiada (4.30), debemos llenarnos de Él hasta “la embriaguez” (5.18) y cultivar una íntima relación con Él por medio de la oración (6.18). La postura y el breve discurso profético de Pablo contra las arremetidas sociales son claros.[8] 

O como lo expresó Irene Foulkes: “La lucha por una paz justa y duradera debe buscar que las formas de lucha sean coherentes con este objetivo. La metáfora de la ‘armadura de Dios’ ofrece criterios para la selección de los medios: que las acciones que se emprenden sean honestas, justas, no violentas, creativas, de nuevas oportunidades para el florecimiento de la vida de todas las personas y grupos involucrados”.[9] 

Apéndice: Irene Foulkes

 

Este texto del mundo antiguo, que refleja a la vez la tradición cosmología helenística y la tradición apocalíptica judía acerca de las potencias espirituales, emplea términos referentes a autoridades políticas del Imperio Romano para crear una impresionante metáfora que ilustrar la fuerza que tiene “el mal” para dominar y dañar la vida humana. Este artificio literario sirve a la vez para descalificar y deslegitimar esas mismas autoridades opresoras. La percepción de este aspecto de Ef 6.10-12 contrasta con la interpretación “demonológica”, mencionada al principio de este estudio, que desemboca en las prácticas de una “guerra espiritual” contra espíritus particulares que presuntamente causan los males que afectan a individuos y a sectores enteros de la población. El papel de las autoridades y de los sistemas humanos, en la creación y perpetuación de esos males, es pasado por alto y los/las creyentes quedan desmovilizados/as como agentes del reino de Cristo (Ef 5.5) en el mundo real.

En cambio, si percibimos en este texto una incitación a las comunidades cristianas a emprender una lucha de resistencia activa, no violenta, contra las formas reales con que las instituciones y sistemas gobiernan la sociedad, imponen condiciones que deshumanizan y destruyen la vida de ciertos sectores de la población, podemos construir sobre esa base una praxis cristiana actual de discernimiento y acción social y política. Con los descriptores aplicados a las diferentes piezas de la armadura encomendada para esta tarea se señalan las cualidades y valores que deben caracterizar a las personas y las comunidades que encaran a estos potentes adversarios. “La resistencia de los cristianos no consiste en responder a los poderosos con sus armas. El cristiano solamente depende de la verdad, de la justicia, del evangelio, de la fe y de la palabra de Dios. Con ellos puede resistir de una manera eficaz a los opresores del mundo. Su resistencia no es caer en la misma lógica de la retribución violenta, sino responder a la opresión con la nueva lógica que el reinado de Dios va haciendo irrumpir en este mundo”.[10]

Los valores citados proveen también los criterios para que los/las creyentes que se involucran en esta lucha definan los cambios que deben exigir a las estructuras que gobiernan la sociedad. Sin embargo, cuando estas estructuras rechazan, sea de manera sutil o abiertamente agresiva, a transformar su praxis, la lucha tiene que seguir y este texto simbólico es capaz de provocar una esperanza que dé “el coraje y la fuerza contra el derrotismo y el abatimiento frente al mal… y la fuerza para imaginar algo diferente”.

El plan de Dios (Ef 3.10) para las comunidades cristianas del mundo antiguo, formadas mayormente por personas sin capacidad para ejercer mucha influencia en el mundo, no las reducía ni a una pasividad sumisa ante los poderes del mal que imperaban en su medio, ni a una asimilación inconsciente de sus valores deshonrosos. Debían encarnar en su propia vivencia de grupo una visión alternativa de cómo un pueblo puede vivir en forma digna, no discriminatoria ni explotadora sino en paz. Hoy, esta vocación sigue vigente.[11]



[1] Mariano Ávila Arteaga, Efesios. T. II. Buenos Aires, Ediciones Kairós, 2018, pp. 205-206.

[2] Aquiles Ernesto Martínez, “‘Firmes y de pie’. Violencia, resistencia y contra-discurso en Efesios 6.10-20”, en RIBLA, núm. 68, 2011/1, p. 105.

[3] Ibid., p. 106.

[4] Ibid., p. 107.

[5] Ídem.

[6] Ídem.

[7] Ibid., pp. 107-108.

[8] Ibid., p. 108.

[9] I. Foulkes, “Autoridades, potestades, dominios… ¿Qué hacer con ‘los poderes’ en Efesios?”, en Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, núm. 68, 2011/1, p. 139. Cf. , Hendrikus Berkhof, Cristo y los poderes. Grand Rapids, TELL, 1985 y Albert H. Van den Heuvel, Estos rebeldes poderes. Montevideo, ULAJE, 1967.

[10] Antonio González, Reinado de Dios e Imperio. Santander, Sal Terrae, 2003, p. 272.

[11] I. Foulkes, op. cit., pp. 141-142.

La paz, el amor y la fe en Dios (Efesios 6.21-24), Pbro. Dr. Mariano Ávila Arteaga

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