sábado, 25 de noviembre de 2023

"Mis labios se alegrarán cuando te cante" (Salmo 71.22-24), Pbro. L. Cervantes-Ortiz


26 de noviembre de 2023

 

Mis labios se alegrarán cuando cante a ti,

y mi alma, la cual redimiste.

Salmo 71.23, Reina-Valera Contemporánea

 

Trasfondo

En diciembre de 1990, las Naciones Unidas establecieron el 1 de octubre como Día Internacional de las Personas de Edad, con lo que se permite reconocer la contribución de los adultos mayores al desarrollo económico y social, pero que también visibiliza el entorno adverso que viven. “De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente uno de cada seis adultos mayores de 60 años, sufrió algún tipo de abuso en los entornos comunitarios; sin embargo, se carece de estadísticas que reflejen la gravedad del problema, debido al subregistro y la dificultad para detectarlo”.[1] Según el Conapred, “los problemas más importantes que afectan a las personas adultas mayores están relacionados con la pobreza: ingresos insuficientes, sea por falta de acceso a empleos de calidad o por pensiones escasas o de monto insuficiente; dependencia económica de sus familias o del Estado, así como alimentación y atención médica insuficiente”.[2] La responsabilidad social hacia ellos/as implica la creación y consolidación de espacios familiares que prevengan adecuadamente la forma en que se haga posible una mejor calidad de vida. En el antiguo Israel la duración de la vida era un signo visible de la bendición divina, lo que obligaba a las familias a ejercer un cuidado sensible y atento a sus necesidades, al mismo tiempo que debían otorgarles el respeto y la dignidad que su edad ameritaba. 

“El arte musical y coral al servicio de la alabanza” (vv. 22-23)

La conclusión del Salmo 71 se hace eco del espíritu de alabanza y celebración que el autor aprendió y desarrolló durante toda su vida. La acumulación de experiencias litúrgicas y cultuales se hace ver en la forma en que desea plasmar su arte musical con varios instrumentos: “Dios mío, Santo de Israel, / yo te alabaré al son del salterio, / y al son del arpa alabaré tu verdad” (v. 22). También con la expresión vocal como instrumento de alabanza este compositor se expresa para agradecer la obra de Dios en su vida: “Mis labios se alegrarán cuando te cante, / pues me has salvado la vida” (v. 23). La intención de volcar todas las habilidades aprendidas para reconocer las grandezas y bondades del Señor alcanza su clímax en la decisión de hacer sentir a través de ellas la inmensa gratitud que embargaba al cantor, quien en su faceta de creyente despliega todo su ser y capacidades para dar a conocer lo que Dios ha hecho con él.

El lugar de la fe en la edad mayor se consolida y afirma como la mayor realidad y razón de ser de la persona, pues como bien reflexiona Felipe Vázquez Palacios:

 

Es en los momentos más difíciles de la vida cuando se pasa de una fe abstracta a una fe práctica, ya que es entonces que el individuo se sitúa en un lugar donde él puede controlar, soportar, adaptar, permitir o evitar que tal situación o necesidad tenga un efecto devastador. La fe se vuelve un asidero para mediar la dependencia, el sentido de indefensión y, en ocasiones, la proximidad de la muerte. Es aquí donde la fe se puede recrear o desaparecer, donde se es capaz de procesar la experiencia social y diseñar formas de lidiar con la vida —aun bajo las formas más extremas—, de mitigar y soportar las experiencias de la viudez, las pérdidas materiales, sociales y físicas, las tristezas y accidentes, que sólo con la fe puesta en Dios se pueden enfrentar.[3] 

“La afirmación profética como instrumento de adoración” (v. 24)

El cierre del salmo no deja de apuntar hacia las situaciones negativas que se han tenido que afrontar y que se siguen afrontando, con todo y que la compañía y la presencia de los cercanos proporcione un alivio ante las adversidades. Es ahora una voz profunda y madura la que desea brotar para anunciar la justicia divina sobre todas las cosas, pues es ella la que, sin duda, habrá de prevalecer en el mundo, a pesar de los malos augurios y de la aparente superioridad de los malvados: “También mi lengua hablará de tu justicia todo el día, / porque han quedado avergonzados y confundidos / los que procuraban perjudicarme” (v. 24). El cantor asume, en etapa crucial de su vida, la perspectiva profética para hacer resplandecer la acción divina que da a cada uno lo que le corresponde y, así, afianzar su presencia en un mundo muchas veces desigual y plagado de conflictos.

La conciencia de fe que ha alcanzado este creyente le permite vislumbrar que ésa es la labor a la que debe consagrar esos momentos de su vida y en los que es posible encontrar aspectos que quizá no advirtió en las etapas previas, pero que ahora pueden cobrar un sentido diferente, pero muy estimulante:

 

La fe permite la continuidad, pero también la discontinuidad. Es mediante ella que el creyente evalúa si lo que ha sido amenazado o lo que ha sufrido un daño es lo más valioso. Pero cuando el esfuerzo por conservar lo importante falla o no satisface, la única alternativa es quizá transformarlo, y la fe ayuda a buscar nuevos horizontes, ya sea renunciando al ser querido, desprendiéndose de sus cosas y recuerdos más significativos o encontrando un nuevo recurso significativo, o incluso una nueva misión en la vida. A través de la fe se obtiene esa sensación de estar relacionado con la divinidad, reforzando la convicción de que lo que se está viviendo, ya sea tristeza, dolor, enfermedad o la muerte propia, tiene sentido. Incluso todo lo que pudiera parecer negativo se traduce como positivo.[4]                                                                                                            

Conclusión

Es preciso percibir, de manera doble, las consecuencias que la fe y la vida social tienen sobre las personas mayores para tratar de acompañarlas, apoyarlas y comprenderlas, puesto que, tal como lo muestra el salmo 71, la vida sigue siendo el escenario en el que la creencia firme en Dios define y redefine continuamente el sentido de la salvación y la trascendencia. Por un lado, es posible afirmar que “no es posible quedarnos en términos de un positivismo de la tan mencionada ‘vejez exitosa’, ni tampoco con la noción alarmista de la vejez como un lastre o carga social […]. Menos aún hay que quedarnos con los estereotipos de ‘victimización’ y ‘pasividad’ que ciertos análisis sociales han mostrado, donde se le niega a los ancianos la capacidad de responder con eficacia a sus circunstancias de vida, así como tampoco hay que dejar de lado la fe como algo individual y relativo”.[5] Y por el otro, la noción bíblica apunta hacia una auténtica búsqueda de plenitud espiritual: “Su experiencia personal de la divina providencia se incorporará, como una nota de alabanza, al himno que se debe cantar por todas edades. En estas promesas hay la intención de persuadir, pero a la vez traslucen ya como real la alegría del salmista y la emoción de una vida renovada”.[6]



[1] A. Barrales, “Solidaridad intergeneracional”, en El Universal, 6 de octubre de 2023, www.eluniversal.com.mx/opinion/alejandra-barrales/solidaridad-intergeneracional/

[2] ”Ficha temática. Personas mayores”, en www.conapred.org.mx/userfiles/files/Ficha%20PAM.pdf.

[3] Felipe Vázquez Palacios, “La metamorfosis de la fe en creyentes de edad avanzada”, en Península, vol. X, núm. 1 enero-junio de 2015, p. 58.

[4] Ibid., p. 58.

[5] Ibid., p. 68.

[6] Ángel González, El libro de los Salmos. Barcelona, Herder, 1984, p. 325.

domingo, 19 de noviembre de 2023

"Tú, mi Dios, me has enseñado desde mi juventud" (Salmo 71.17-21), Pbro. Samuel Gallegos González


19 de noviembre de 2023

No es que sea viejo, es que tengo a mi niño preso.

Gustavo Cordera, canción “No es que sea viejo”.

Preliminar

El primer impacto con el texto y dado que soy actor, me hizo decidirme a abordarlo como un texto dramático y al autor del salmo como un personaje a interpretar. Y me hubiera gustado hacer un performance, pero hubiera requerido más tiempo. Por esta razón, esta reflexión, se basa más en el texto hebreo1 , aprovechando su carácter artesanal y concreto, pero con una dinámica dramática. En el fondo, esta reflexión, es el perfil de un personaje.

Introducción

Con todo y que la esperanza de vida ha aumentado en los últimos años y los avances científicos han mejorado las condiciones vitales, llegar a viejo, siempre tiene alguna connotación de dificultad . Hoy se ha alargado de modo sustancial el tiempo que vivimos y es cada vez más extenso, lo cual trae en consecuencia una cada vez mayor duración de las etapas de madurez y vejez. Y la pregunta que nos hacemos entonces, como sociedad, es: ¿qué hacemos con todos esos años? ¡Qué tanto ha beneficiado la vida de las personas vivir más? Y a nivel individual nos preguntamos ¿a qué dedicar esas décadas con las que nos encontramos de repente, con un cuerpo que ya no responde como antes y con proyectos cumplidos, algunos olvidados y otros que retomamos o comenzamos y que no sabemos si terminaremos o no?

El salmo 71 me ha causado profunda tristeza. Porque lo escribe un viejo, que llega a estos años de su vida y no tiene paz. Es un artista, un compositor musical, un poeta, un músico oficial del servicio en el templo, por lo tanto vive su relación con Dios, con una sensibilidad diferente a la de otras personas. Muy probablemente esta canción la compuso estando en el templo, buscando refugio en Dios, pasando días pensando como dejar por escrito su vivencia en palabras poéticas cuidadosamente elegidas, que tengan sentido para quienes las escuche y dándoles melodía que acompañe y deje en el corazón su mensaje. ¿Cómo hacer para darle musicalidad a la experiencia de ser atacado por enemigos? ¿Cómo canalizar las emociones para que otros se identifiquen y puedan encontrar un mensaje de Dios en mis palabras?

Me conmueve y admira que a pesar de que su caminar y aprendizaje con Dios no le ha sido sencillo, no reniega, sino que valora todo lo vivido y lo toma como una experiencia en que Dios le ha sido propicio, a pesar de todo.

El modo en que habla de su vejez, me remite a esa acepción de “pobre” en el Antiguo Testamento, (ser invisible) en el sentido en que ser pobre es porque se carece de algo, ya sea de salud, de comida, de patria, y en el caso del salmista, es pobre en juventud, es pobre en tranquilidad y hasta parece pobre de familia y amigos y lo que le sucede lo lleva a tocar fondo, tal vez una vez más, pero también una vez más aprenderá, porque de alguna manera, mantiene su mente juvenilmente abierta a la vida. No tener paz en la vejez.

Pues he aquí a un viejo, cuarteado como un edificio en ruinas, viejo como es, solo como está, atacado por personas mal intencionadas que no lo dejan en paz. Mira atrás, mira hacia adelante, se mueve entre agitados contrastes, entre la impotencia y la esperanza y, a pesar de estos contrastes, pone su esperanza en Dios y canaliza sus emociones y sentimientos, su fe y su esperanza, en hacer música, en cantar, en hablar bien de Dios, y como es poeta y músico, canaliza todo lo que siente y le pasa con esta composición musical. El salmista jamás levanta la mirada para ver el horizonte; no tiene alas de trascendencia. Le importa el aquí y el ahora y así es su canto. Su anhelo es seguir viviendo unos años más en este suelo, y cantarle en paz a Dios.

Toda una vida con Dios que no ha sido fácil

Dentro del cúmulo de transposiciones de planos existenciales, de variación de emociones y alteraciones anímicas, el viejo salmista evoca lo que Dios le ha enseñado, no suavemente, por cierto, sino picoteando sus costillas2 , desde la juventud, para guiarlo. No se queja de eso. Por el contrario, lo vive como una especie de pedagogía divina que lo ha hecho entender a Dios, desde una perspectiva diferente 3 . Tampoco su experiencia de juventud hasta la fecha, la ha vivido como una experiencia privada, individual, sino como algo que ha defendido con la vehemencia4 juvenil ante quien sea (v. 20). Pero no es lo mismo argüir a favor de Dios, con la energía de un joven, que hacerlo ya entrado en años. Tampoco es lo mismo replicar a favor de Dios siendo joven y con problemas, que siendo viejo y con enemigos encima.

Pero como dice Bruckner: “Solo hay una forma de retrasar el envejecimiento: permaneciendo en la dinámica del deseo5 ”. Así que este viejo, aun con lo adverso que vive, aun cuando se sabe viejo de verdad, sigue con el deseo de seguir argumentado en favor de Dios 6 y le pide a Dios que no lo abandone. ¿Qué es lo que quiere argumentar y defender? ¿Para qué quiere un poco más de energía y de vida? Lo que él desea es dejar claro a esta y a la generación que sigue tres cosas: Dios le ha arrastrado7 por caminos insospechados de poder, Dios ha trastocado los hechos que parecían dirigirse a la derrota en hechos victoriosos8 ; Dios le ha mostrado su justicia suprema9 . Y exclama una frase de admiración hacia Dios: Tú has hecho cosas enormes ¿Quién como tú?

Este anciano reconoce que, no solo Dios le ha guiado en la vida, aguijoneándolo desde su juventud, sino que también lo ha hecho testigo implicado en un gran número de situaciones de rivalidad, de enemistad y de maldad, de las cuales también ha aprendido. Así que esta situación de confrontación contra enemigos que desean su mal, la toma como una más, en donde Dios intervendrá como ya lo ha hecho antes y por eso puede decir confiado: “me vas devolver la alegría de la vida, me vas a volver a sacar de las profundidades del caos10 , he tocado fondo, pero no me dejarás ahí”.

En el versículo 21, el anciano salmista, expresa confiado que la intervención de Dios en todo esto, lo hará más grande de lo que ya es, en ese sentido en que Emily Dickinson dijo: “No sabemos lo altos que somos, hasta que nos ordenan que nos pongamos en pie11 ”. Dios dará la orden de que su realidad se ordene, entonces descansará y podrá respirar en paz12 . Música para comunicar El viejo salmista, logra canalizar toda esta experiencia, agarrando un instrumento musical y cantando la intervención de Dios como estabilidad, como libertad. Se la va a pasar cantando todo el día de la la justicia de Dios, hasta gemir de placer13 , porque avergonzó y deshonró a los que se esforzaban en hacerle mal. Es una expresión de confianza alegre, en el sentido de certeza que se espera y convicción de lo que no se ve, porque sabe que Dios, como desde su juventud, le enseñará algo más, fuera de lo común.

Conclusión

Un hombre complejo este viejo, profundamente humano, pero con una fe que lo sostiene. Bien puede orar este personaje dicendo: “Tú eres parte de mi vida, Señor, desde que tengo memoria de mi existencia. Al repasar mi vida, veo que está llena de ti, Señor, en mi pensar y en mi actuar, en mis alegrías y en mis penas. Gracias, Señor, por tu compañía constante a lo largo de toda mi vida.

Ahora los años se me van quedando atrás, y me pongo a pensar en los años que me quedan. La vida camina inexorablemente hacia su término. Mis fuerzas ya no son lo que eran antes, la memoria me falla, los pasos se me acortan sin sentir, y mis sentidos van perdiendo la agudeza de que antes me gloriaba. Pronto necesitaré la ayuda de otros, y sólo el pensar eso me entristece. 

Amigos han muerto, presencias han cambiado, lazos se han roto, mentalidades han evolucionado, y me encuentro protestando a diario contra la nueva generación, sabiendo muy bien que al hacerlo me coloco a mí mismo en la vieja. Cada vez queda menos gente a mi lado con quien compartir ideas y expresar opiniones. Tengo miedo a caer enfermo, a quedarme inválido, a enfrentarme a la soledad, de mirar cara a cara a la muerte. Y me vuelvo a ti, Señor, que eres el único que puede ayudarme en mis temores y fortalecerme en mis achaques. Tú has estado conmigo desde mi juventud; permanece conmigo ahora en mi vejez. Tú has presidido el primer acto de mi vida; preside también el último. Dame fuerzas para enfrentar las últimas adversidades de mi vida, dame la gracia de envejecer con garbo, de amar la vida hasta el final, de sonreír hasta el último momento, de hacer sentir con mi ejemplo a los jóvenes que la vida es amiga y la edad benévola, que no hay nada que temer y sí todo que esperar cuando Tú estás al lado, porque la vida del ser humano descansa en tus manos14 ”. 


2 Enseñar es ד ַמָל – lamád, aguijonear a un animal para que avance en la dirección deseada. 

3 אָל ָפ – palá, separar, distinguir, no por sagrado, sino por ser algo fuera de lo común que causa admiración. 

4 דַגָנ – nagád, es afrontar, oponerse firmemente, también se usa para confrontar a alguien, argumentando en favor de alguien más 

5 Bruckner, Pascal. UN INSTANTE ETERNO. Filosofía de la longevidad, Siruela 2021, pág. 49. 

6 La misma palabra “nagad”. 

7 ַועֹרְז – zeróa, se refiere a la fuerza de tracción de un animal. 

8 ה ָורּב ְג – gueburá, esfuerzo hecho que resulta en victoria. 

9 וםֹר ָמ – maróm, lo más elevado 

10 וםֹה ְת – tejóm, las profundidades del mar, como parte del caos primigenio. 

11 Frase del poema 1176, de Emily Elizabeth Dickinson Poeta. Amherst, Massachusetts (EE.UU) 10 de diciembre de 1830 – Amherst, Massachusetts (EE.UU) 15 de mayo de 1886. https://www.farodevigo.es/opinion/2019/03/12/poema-1176- 15752324.html 

12 ם ַחָנ – nakjám, se refiere a la exhalación de quien descansa de un agobio o aflicción, porque se resolvió. 13 הָג ָה – jagá, gemir, murmurar (de placer o ira)

viernes, 10 de noviembre de 2023

"Dios mío, no te alejes de mí" (Salmo 71.7-16), Pbro. L. Cervantes-Ortiz


12 de noviembre de 2023


Dios mío, ¡no te alejes de mí!

Dios mío, ¡ven pronto a salvarme!

Salmo 71.12, Reina-Valera Contemporánea


Levántate delante de las canas. Muestra respeto ante los ancianos. Muestra temor ante tu Dios. Yo soy el Señor.

Levítico 19.32, Reina-Valera Contemporánea

 

Trasfondo

En los últimos años se ha comenzado a hablar acerca de una “cultura del envejecimiento digno”, es decir, “al predominio de la educación, la protección, la comprensión, el cariño, la aceptación, el respeto y la dignificación de las personas adultas mayores, en el marco de una relación intergeneracional”. Esto implica que la identidad, el contexto y la expectativa de vida para las personas otorgue privilegio a la dignidad y a las formas más sanas de convivencia entre las personas de diferentes edades, con el énfasis puesto en quienes se encuentran en una etapa más avanzada de la vida. Esta cultura debe promoverse en todos los grupos de edad para que, de manera preventiva, se asuma una nueva actitud ante las personas. Se plantea que en México aún se carece de una cultura sólida en ese sentido y que “la preparación para el envejecimiento debe ser desde diferentes aspectos; por ejemplo, en el plano psicológico se tiene que pensar cómo ser felices y la calidad de vida que se tendrá, en ello juega un papel importante la estabilidad económica, si se va a disfrutar o no de una pensión por jubilación, qué va a pasar con la salud física y mental, así como con las habilidades cognitivas y las relaciones sociales. A partir de las respuestas a estas preguntas debe partir la preparación (Samana Vergara Lope)”.[1] Cuando entra en juego la fe, las perspectivas de vida y esperanza deben procesarse también de la mejor manera.

“Muchos se sorprenden al verme” (vv. 7-11)

Para la lectura y reflexión sobre el Salmo 71 es preciso plantearse algunas preguntas importantes sobre el lugar de la fe en las diferentes etapas de la vida. Una persona de 77 años entrevistada al respecto dijo que “la vejez y la fe están en el último piso de un edificio, se sostienen por los pisos que están abajo”.[2] Se afirma que ambas, la fe y la vejez interactúan de una forma muy simbólica y ritual en la vida cotidiana pues no son mundos separados, y en cuyas lógicas íntimas, privadas y públicas es necesario ubicarse. La experiencia descrita en el Salmo 71.7-16 atraviesa por circunstancias no tan amables y se basa, sobre todo, en cómo reaccionan las personas que rodean a quien habla: “Muchos se sorprenden al verme, / porque tú eres para mí un sólido refugio” (v. 7).

 

En el v. 7 el orante declara que él apareció ante “muchos” como un “prodigio” es decir, que, para los que le rodeaban, el que sufría era “signo terrible”, una señal que les atemorizaba, una manifestación de la cólera de Dios, la cual habría dado origen a la persecución y a la acusación. Pero —y aquí se cierra el círculo de los pensamientos que comenzaron a expresarse en el v. 1— Yahvé se convirtió para el oprimido en “poderoso refugio”. Sobre el “pero tú”, que en el v. 7b establece un vigoroso contraste, cf. Sal 3.4; 142.4. En la seguridad que ofrece ahora el recinto de la protección divina, comienza ya la alabanza y la glorificación de Yahvé (v. 8). 

En la petición del v. 9 se trasluce la ansiedad de quien siente que sus fuerzas disminuyen por aumentar su edad y suplica ardorosamente la intervención del Señor contra sus enemigos, quienes se juntan para acabar con él (10): “Los designios de muerte que abrigan los perseguidores no son desconocidos para el oprimido. Éste se los recuerda a Yahvé (citándolos) para moverle a intervenir. Los enemigos creen que el que ha buscado refugio en Yahvé está perdido sin remedio y ha sido abandonado por Yahvé (v. 11). Por consiguiente, no se ha pronunciado aún el juicio divino”.[3] Las observaciones sociológicas coinciden al referirse a muchas de las sensaciones propias de esa edad y la forma en que la fe actúa en medio de ellas: “Aparece la ansiedad, la depresión, el miedo, la tristeza; padecimientos que no es posible curar por medio de los cuidados físicos, por la administración de medicinas o con la presencia de enfermeras y médicos, sino con la elaboración de frases y palabras que al comunicarlas puedan funcionar como instrumentos para reactivar la fe, la esperanza, ese estado emocional que incentiva la conducta relacionada con la salud y que contribuye al buen envejecimiento”.[4] 

“Dios mío, no te alejes de mí” (vv. 12-16)

De ese modo, las peticiones de los vv. 12-13 se entienden como clamor solicitando ayuda en la desgracia, y confusión y vergüenza para sus adversarios. Pero en los vv. 14ss “la confianza y la alabanza vuelve a ocupar el centro de atención. El perseguido se aferra a su Dios y sabe perfectamente que su opresión servirá únicamente para acrecentar la gloria del Dios salvador (v. 14). En los vv. 15-16 se formulan las primeras manifestaciones del voto de acción de gracias”.[5] La confianza expresada en las acciones liberadoras de Dios produce una exaltación emocional y litúrgica: “Todo el día mi boca proclamará tu justicia, / y tus hechos de salvación, / aun cuando no puedo enumerarlos”. “En la acción de gracias, se ‘narrará’ la intervención salvífica de Dios y se indica la ‘relación íntima con la salvación’. Los que van a dar gracias entran en el templo en procesión solemne (cf. Salmo 118.20)”.[6]

La experiencia de la adultez mayor creyente mezcla todo lo vivido y coloca la fe en un espacio privilegiado:

 

A través de la fe se organiza y estructura la forma de vivir, pensar y actuar. Es decir, se conforman todas las peculiaridades, así como las instancias, espacios y acciones individuales o colectivas, especialmente cuando se necesita construir o reconstruir nuevos espacios, pues a medida que la familia original empieza a desmembrarse (ya sea por la partida de los hijos o por la muerte del cónyuge), se requiere hacer adecuaciones, incluso cambios drásticos en los estilos de vida, donde las personas de edad avanzada muchas de las veces tienen que cambiar de lugar de residencia e irse a vivir con los hijos en la ciudad, en espacios más pequeños, y tienen que acostumbrarse a nuevos horarios, comidas, distracciones y trabajos, como cuidar a los nietos y vigilar la casa, entre otras cosas. Otras veces tienen que acostumbrarse a la soledad, a sobrevivir con recursos cada vez más escasos, a cambiar actividades rutinarias, a dejar las decisiones en manos de los hijos y nietos, yernos o nueras. Asimismo, tienen que acostumbrarse a ser dependientes; y ya no se diga cuando se está en una situación de total dependencia debido a enfermedades crónicas degenerativas […], donde la relación entre la fe y la vejez depende de la lucidez y capacidad física que tiene la persona.[7]

Conclusión

Atravesar todas las edades y mirar hacia atrás con nostalgia, gratitud o decepción, son sensaciones que pueden vivirse con mayor claridad gracias a la fe. Así, este salmo es un recuento espiritual de la experiencia de una persona que, gracias al aprendizaje en medio de la familia y la comunidad, se presenta ante Dios con todo lo vivido a cuestas, con una sabiduría bien ganada y con unas peticiones muy claras para el Señor, y Él seguramente respondió valorando profundamente las palabras del Salmo.



[1] José Luis Couttolenc Soto, “México carece de una cultura para asimilar la vejez”, en Universo, Sistema de noticias de la UV, 16 de agosto de 2017, www.uv.mx/prensa/reportaje/mexico-carece-de-una-cultura-para-asimilar-la-vejez.

[2] Felipe Vázquez Palacios, “La metamorfosis de la fe en creyentes de edad avanzada”, en Península, vol. X, núm. 1 enero-junio de 2015, p. 53.

[3] Hans-Joachim Kraus, Los Salmos. II. 60-150. Salamanca, Ediciones Sígueme, 1995, p. 114.

[4] F. Vázquez Palacios, op. cit., p. 55.

[5] H.-J. Kraus, op. cit., p. 114.

[6] Ídem.

[7] F. Vázquez Palacios, op. cit., p. 56. Énfasis agregado.

domingo, 5 de noviembre de 2023

"Señor, en ti busco refugio" (Salmo 71.1-6), Pbro. L. Cervantes-Ortiz

5 de noviembre de 2023

Señor, en ti busco refugio;

¡jamás permitas que sea yo avergonzado!

Salmo 71.1, Reina-Valera Contemporánea


El cabello plateado es corona de gloria para los que han vivido honestamente.

Al joven se le admira por su fuerza, y al anciano se le respeta por sus canas.

Proverbios 16.31, 20.29, Palabra de Dios para Todos

 

Trasfondo

Según el Inegi, 14% de la población mexicana es mayor de 60 años, unos 18 millones de personas, de las cuales 49% trabajan por su cuenta, aproximadamente 1.7 millones viven solas y un 69% tiene alguna forma de discapacidad.[1] La gente mayor (zeqenim) era toda una institución en el antiguo Israel al grado de que eran ellos quien ejercían labores de gobierno y consejo; se les menciona unas 150 veces en el A.T. y se exhorta a respetarlos (Lv 19.32). Incluso sobrevivieron a la ruina de la monarquía: “Los cabezas de familia, que formaban en cada ciudad una especie de consejo (I Sam 30.26-31)”.[2] “Se sentaban a la puerta de la ciudad, donde se discutían todos los negocios de la comunidad, cf. Gn 23.10; Job 29.7; Pr 24.7; 31.23.[3] Acercarse a un tema como “No me deseches cuando llegue la vejez”: fe y experiencia, basado en el Salmo 71 demanda consideración, delicadeza y sensibilidad para conectar con el contenido de un texto que expresa lo vivido por una persona cuya trayectoria espiritual la ha llevado hasta un punto en el que lo valora como parte de una relación continua con Dios. En cada etapa de su vida este creyente ha acumulado una perspectiva sólida de la espiritualidad adecuada.

 

La alabanza de Dios llenaba la vida del anciano que recitó y cantó el Salmo 71. El tiempo de su vida lo consumió él en los cánticos de alabanza entonados por Israel; cantó las grandes hazañas de Dios y tomó parte, como poeta instruido por Dios, en la tradición sálmica de la comunidad. Pero en la ancianidad ha caído sobre él un grave sufrimiento. Para los que vivían a su alrededor, aquel hombre herido por Dios era como un signo que inspiraba horror (v. 7). Se investigó cuáles podían ser sus delitos; se le persiguió, y se formuló acusación contra él. Sin embargo, dentro del recinto en que se disfruta de la protección divina, se alzan —henchidos de confianza— cánticos de alabanza y un voto de alabanza.[4] 

El canto está hondamente impregnado de expresiones de confianza y de exclamaciones de júbilo. La estructura ofrece el siguiente esquema: vv. 1-8, peticiones y expresiones de confianza, que concluyen en el v. 8 con un cántico de júbilo; vv. 9-16, descripciones de la desgracia y súplicas, que en los v. 14-16 se convierten en un cántico de alabanza; vv. 17-24, voto de alabanza entretejido con peticiones. 

“Señor, en ti busco refugio” (vv. 1-3)

El cantor del salmo ha encontrado refugio en el recinto de asilo y protección del santuario (v. 1, cf. Sal 11.1; 16.1; 18.3, 31; 15.20; 31.2, 10). Pide la intervención del Señor para no hallarse desvalido y avergonzado frente a los enemigos que le acusan y persiguen (v. 4). “En tu justicia sálvame”, en el v. 2 podría traducirse: “en el ámbito de tu salvación”. En el v. 3 aparecen términos y símbolos que expresan con relieve la seguridad que se disfruta en el ámbito de protección del santuario: “roca de refugio”, “castillo fuerte”, es el lugar inaccesible. El autor cita el Sal 31.2-4 o una fórmula usada para después de penetrar en el recinto de asilo.[5] La segunda parte del v. 3 combina las metáforas de refugio (roca y fortaleza) con la certeza salvífica que sólo viene de Dios. 

“Tú, Señor mi Dios, eres mi esperanza” (vv. 4-6)

En el v. 4 se ve claramente el peligro en que se hallaba el perseguido: “Dios mío, líbrame del poder de los impíos, / del poder de los perversos y violentos”. Sin embargo, todos los temores son rechazados mediante declaraciones de firme confianza: “Tú, Señor mi Dios, eres mi esperanza; / tú me has dado seguridad desde mi juventud” (v. 5). Allí se hace alusión al tiempo transcurrido, que ha permitido al hablante afianzar su confianza. A propósito del v. 6 (“Desde el vientre de mi madre me has sostenido; / ¡tú me sacaste de las entrañas de mi madre, / y para ti será siempre mi alabanza!”), aplica el comentario al Salmo 22.10-11 (“Tú me sacaste del seno materno, me protegiste al pecho de mi madre. / A ti me echaron desde el seno materno, desde el vientre materno tú eres mi Dios”): la intuición piadosa remite la acción de Dios desde el momento de la gestación en que la anticipación divina es una realidad irrefutable.

Conclusión

El acompañamiento divino en todas las etapas de la vida se vuelve más anhelado en los años avanzados de las personas, motivo por el cual la reflexión es más honda y apunta hacia las lecciones existenciales de las Escrituras en aspectos tan puntuales como éste.

 

El salmista contempla a los enemigos junto a él, y al momento los olvida, para pasar a la alabanza; se siente envejecer y teme ser abandonado, pero la esperanza le habla luego de un renovarse de sus fuerzas y de una vida indefinida. Al evocar la larga carrera de su vida, ve en ella la aflicción y los pesares, pero descubre, al mismo tiempo, que el Dios en quien esperó desde la infancia, le mostró tantos favores, que ni sabría enumerarlos. Este Dios providente le dará de nuevo vida, le concederá mirar a los impíos confundidos, y él cantará sus alabanzas para las generaciones venideras.[6]



[1] “Estadísticas a propósito del Día Internacional de las Personas Adultas Mayores”, en Comunicado de prensa, 30 de septiembre de 2022, www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2022/EAP_ADULMAY2022.pdf.

[2] Henri Cazelles, Instituciones del Antiguo Testamento. Barcelona, Herder, 1976, p. 110.

[3] Ibid., pp. 217-218. Cf. “Qué dice la Biblia sobre las canas”, en www.biblia.work/articulos/que-dice-la-biblia-sobre-las-canas/. Este artículo resume su tema en tres puntos: Las canas son un recordatorio de la fidelidad de Dios, la imagen de una vida bien vivida y un signo de sabiduría.

[4] Hans-Joachim Kraus, Los Salmos. II. Salmos 60-150. Salamanca, Ediciones Sígueme, 1995, p. 115.

[5] Ibid., p. 113.

[6] Ángel González, El libro de los Salmos. Barcelona, Herder, 1984, pp. 323-324.

La paz, el amor y la fe en Dios (Efesios 6.21-24), Pbro. Dr. Mariano Ávila Arteaga

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